Una de las peores cosas que le puede pasar a un creyente es perder de vista su objetivo real en esta vida, Pablo decía que: ni había alcanzado aún el objetivo, ni era perfecto, pero proseguía hacia delante Fil. 3:12-15. Hoy en día cuando estamos siendo atacados en el más amplio sentido de la palabra por todos los frentes, corremos el riesgo de perder de vista nuestro objetivo real, que es hablar a la gente del gran amor de Dios, Jn. 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.
Este es el poderoso mensaje que tenemos que proclamar, si no perdemos de vista esto, estaremos moviéndonos en la dirección correcta.
Si tratamos de analizar la situación por la que estamos pasando en la actualidad, podríamos llegar a desarrollar un sinfín de teorías o de planteamientos, desde los más apocalípticos, que no por ser apocalípticos han de ser necesariamente bíblicos, hasta las más sofisticadas y elaboradas teorías o elucubraciones.
Y todo esto ¿Por qué? Porque el enemigo que es más astuto que todos los humanos juntos ha encontrado un filón para mantener a los hijos de Dios ocupados, preocupados, y en algunos casos desorientados.

Ahora ¿esto significa debemos de obviar o ignorar la situación? ¡En ninguna manera! Es más debemos de ser muy cautos, responsables, y realistas, pero sin perder de vista en ningún momento la aplicación de la voluntad de Dios para nuestras vidas, nuestras familias, nuestra Iglesia, nuestra ciudad,… no necesariamente ha de abundar el pecado para que sobreabunde la gracia, pero la Palabra de Dios sí que tiene que ser predicada a tiempo, y fura de tiempo 2ª Ti.4:2.
Que la gracia de nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.