Nuestra doctrina

Como parte integrante de las Asambleas de Dios de España, la Iglesia Evangélica La Roca, acepta la doctrina que el citado organismo redacta tanto como «Verdades Cardinales» así como «Declaración de Verdades Fundamentales». Dicha doctrina se infiere directamente de la Biblia, siendo ésta la Palabra de Dios y constituyendo así nuestro fiel referente a la voluntad de Dios para el hombre. De esta manera, consideramos como básica la siguiente información tocante a nuestra doctrina.

Nuestras cuatro verdades cardinales

Entendemos que éstos son los cuatro pilares sobre los que se asienta nuestra doctrina, siendo:

La Salvación por gracia

Dios perdona al hombre de sus pecados cuando este los reconoce y se arrepiente. La salvación no es por las obras buenas o malas que el hombre haya realizado en el trascurso de su vida sino que es la sangre de Jesús la que reconcilia al hombre caído con Dios, restaurando la relación entre ambos.

El bautismo en el Espíritu Santo

Una vez que el hombre reconoce su estado de pecaminosidad interno y se ha arrepentido de su vieja manera de vivir, Jesús hace cumplir la promesa de enviar el Espíritu Santo, el don dado por el Padre. El Espíritu Santo, siendo parte de la Trinidad, viene a morar dentro del creyente arrepentido y le guía durante su caminar el resto de su vida en esta tierra.

La sanidad divina

Muerto en la cruz por nuestros pecados y trasgresiones, y resucitado al tercer día, Jesús venció sobre la mácula del hombre, el pecado. De esta manera el hombre queda libre de sus consecuencias eternas y recibe la sanidad del alma que trasciende la temporalidad en la que vivimos.

La segunda venida de Cristo

Finalizado Su ministerio en la Tierra como siervo sufriente y dadas instrucciones al cuerpo de creyentes que quedó después de su ascensión al cielo, Jesús promete regresar como Rey que viene a reclamar el Reino que por derecho le pertenece y a juzgar así a aquellos que se oponen a Su reinado. Jesús, el Dios Justo, Rey de reyes y Señor de señores, gobernará las naciones desde Su trono y derrotará la maldad junto con aquellos que la sustentan.

Declaración de Verdades Fundamentales

Constituyen los principios no negociables de la fe cristiana a la cual nos adherimos. Dicha Declaración de Verdades Fundamentales está constituida por 16 columnas de las cuales cuatro de ellas ya se han citado en el apartado anterior y que se conocen como “Nuestras Cuatro Verdades Cardinales”. Nacen de la necesidad de aunar la doctrina entre iglesias hermanas a fin de dar cumplimiento a lo dicho por el apóstol Pablo en 1 Corintios 1:10 “Que hablemos todos una misma cosa” tal y como ya sucedía en la iglesia primitiva del libro de los Hechos 2:42 “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión uso con otros…” De esta forma, consideramos como los pilares de nuestra fe los siguientes apartados:

La inspiración de las Sagradas Escrituras

Entendemos que la Biblia, que contiene tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento, es la Palabra de Dios inspirada verbalmente al hombre como norma de conducta, siendo considerada ésta infalible, inerrante y autoritativa en los asuntos de fe.
(2 Timoteo 3:15-17 / 1 Tesalonicenses 2:13 / 2 Pedro 1:21)

El Único Dios Verdadero

Creemos en un Dios Trino, el “Yo Soy”, que es el Creador de los cielos y de la tierra y de todo cuanto en ellos existe, siendo Dios a la vez el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, de forma que en perfecta armonía se relaciona y asocia entre sí.
(Deuteronomio 6:4 / Isaías 43:10-11 / Mateo 28:19 / Lucas 3:22)

La Deidad del Señor Jesucristo

Como hemos visto del punto anterior, reconocemos que Jesús es Dios en Su manifestación corpórea, cumpliéndose en él una serie de características a las que hemos de hacer mención:
a. Su nacimiento virginal (Mateo 1:23 / Lucas 1:31)
b. Su vida sin pecado (Hebreos 7:26 / 1 Pedro 2:22)
c. Sus milagros (Hechos 2:22 / Hechos 10:38)
d. Su obra vicaria en la cruz (1 Corintios 15:3 / 2 Corintios 5:21)
e. Su resurrección entre los muertos (Mateo 28:6 / Lucas 24:39)
f. Su exaltación a la diestra de Dios (Hechos 1:9 / Hechos 1:11 / Hebreos 1:3)

La caída del hombre

A pesar de que el hombre había sido creado sin pecado ni mancha sino que lo fue a la “imagen de Dios”, el hombre decidió desobedecer a Dios cuando de su propio corazón codició ser independiente. Su rebelión constituyó la entrada del pecado a la naturaleza humana la cual cayó en un estado de separación con Dios, incurriendo así en la aparición de la muerte tanto física como espiritual.
(Génesis 1:26-27 / Génesis 2:17 / Génesis 3:6 / Romanos 5:12-19)

La salvación del hombre

Como fruto de su estado caído, Dios provee la forma de que ambos, es decir, Dios y Su criatura, puedan ser restaurados en una relación tal y como fue diseñada desde el principio. Dicha salvación se entiende que tiene:
a. Unas condiciones. Haberse arrepentido de los pecados que uno ha cometido en la vida, aceptado el sacrificio de Jesús en la cruz y recibido el Espíritu Santo. La sangre de Jesús es la que justifica al hombre y permite la adopción del mismo por parte de Dios Padre y el Espíritu Santo es el que santifica de manera progresiva. De esta forma la salvación es por la fe en la obra de Jesucristo, no por las obras del hombre.
(Lucas 24:47 / Juan 3:3 / Efesios 2:8 / Tito 2:11
b. Unas evidencias de su veracidad. Bien sea por el testimonio propio del Espíritu Santo en el creyente al que le habla desde el interior o un testimonio externo del cambio de conducta del creyente y que es observable por quienes le rodean.
(Romanos 8:16 / Efesios 4:24 / Tito 2:12)

Las ordenanzas de la iglesia

Entendemos que las enseñanzas de Jesucristo nos reflejan la necesidad de dar cumplimiento a las ordenanzas que siguen a continuación como una forma de dar testimonio público de nuestra fe.
a. El bautismo en agua. Cada creyente arrepentido de sus pecados ha de recibir el bautismo por inmersión como señal pública de su arrepentimiento y aceptación del Señor Jesús como su Señor y Salvador. El bautismo en agua representa de forma simbólica la muerte espiritual de la persona a su vieja naturaleza y su resurrección espiritual a la vida nueva que Jesús promete a Sus discípulos. Así, de este modo, el creyente se identifica con su Señor en Su muerte y resurrección.
(Mateo 28:19 / marcos 16:16 / Hechos 10:47-48 / Romanos 6:4)
b. La santa comunión. Conocido como “La Cena del Señor”, consiste en la participación de los hermanos de los símbolos eucarísticos; siendo éstos el pan, como representación del cuerpo de Jesús que por nuestros pecados fue entregado y el vino, como representación de Su sangre que por nosotros fue derramada. Mediante la “Cena del Señor” damos testimonio de:
   i. La deidad de Jesucristo.
   ii. Su sufrimiento y muerte por amor a nosotros
   iii. El cumplimiento de la profecía de la Segunda Venida del Señor.
   iv. El mandato de hacer esto hasta que Él vuelva.

El bautismo en el Espíritu Santo

Todo creyente que haya recibido a Jesús como su Señor y Salvador, tiene el derecho de buscar fervientemente ser bautizado con el Espíritu Santo, que es la promesa de Dios para aquellos que creen en Su Hijo y que se manifiesta como el don prometido para investir de poder a la iglesia a fin de que sean testigos de Jesús. El bautismo en el Espíritu Santo es una experiencia diferente a la conversión y distinta de igual modo al bautismo en agua.
(Hechos1:8 / Hechos 1:4 / Lucas 24:49 / 1 Corintios 12:1-31)

La evidencia física inicial del bautismo en el Espíritu Santo

La evidencia de haber recibido el bautismo en el Espíritu Santo suele manifestarse mediante el don de lenguas conforme el mismo Espíritu da a cada uno. El “don de lenguas” es distinto al “hablar en lenguas”, el uno resulta en edificación espiritual para la iglesia y el otro en edificación espiritual para el creyente que habla en lenguas.
(Hechos 2:4 / 1 Corintios 12:4-10 / 1 Corintios 12:28)

La santificación

Entendida esta como el proceso en el que el creyente se separa de todo lo malo que hay en su entorno y se abstiene de participar en todas aquellas actividades que desagradan a su Señor. La santificación tiene lugar de forma progresiva desde que recibe al Señor Jesucristo en su corazón, siendo el mismo Espíritu Santo el que de forma activa ayuda al creyente y siendo el creyente al mismo tiempo parte de ese dúo que a la par trabajan para hallar la santidad sin la cual nadie verá a Dios.
(Romanos 12:1-2 / Hebreos 13:12 / Hebreos 12:14 / Romanos 6:13 / 1 Pedro 1:5)

La iglesia y su misión

Siendo la iglesia el Cuerpo de Cristo, ordenado según el cometido de cada uno, es la responsabilidad de todos los creyentes el ser guiados por el Espíritu Santo para alcanzar las almas de aquellos que aún viven alejados de Dios. De esta manera, la iglesia de Cristo realiza las siguientes misiones:
a. Ser el medio que Dios utiliza, por medio de Su Espíritu Santo, para evangelizar al mundo alcanzar las almas perdidas.
    (Hechos 1:8 / Mateo 28:19-20)
b. Ser un cuerpo unido el cual pueda adorar a Dios.
    (1 Corintios 12:13)
c. Ser el medio corporativo que trabaja en la construcción de los nuevos creyentes a fin de buscar el perfeccionamiento conforme a la imagen y semejanza de nuestro Señor.
    (Efesios 4:11-16 / 1 Corintios 12:28 / 1 Corintios 14:12)
d. Ser el medio que Dios utiliza para mostrar Su amor y compasión al mundo.
    (Salmo 112:9 / Gálatas 2:10 / Gálatas 6:10)

El ministerio

El Señor Jesucristo ordenó a la iglesia el cumplimiento de los siguientes cuatro apartados:
a. La evangelización del mundo. (Marcos 16:15-20)
b. La adoración a Dios. (Juan 4:23-24)
c. La edificación del cuerpo de santos. (Efesios 4:11 /Efesios 4:16)
d. Satisfacer las necesidades de amor y compasión que hay en el mundo. (Santiago 1:27)

Sanidad divina

La liberación de la enfermedad ha sido provista en la expiación, gracias al sacrificio de Jesús en la cruz y Su consecuente victoria sobre la misma, siendo este privilegio al alcance de cada creyente. (Isaías 53:4-5 / Mateo 8:16-17 / Santiago 5:14-16)

La esperanza bienaventurada

La iglesia mantiene la esperanza de la certeza en la resurrección de los muertos y el arrebatamiento de los santos cuando el Señor se manifieste en Su Segunda Venida. (1 Tesalonicenses 4:16-17 / Romanos 8:23 / Tito 2:13)

El Reino Milenario de Cristo

Este periodo incluye la esperanza bienaventurada de los creyentes que es el rapto (arrebatamiento) de los mismos así como Su regreso visible para establecer Su reino por mil años, trayendo la salvación prometida a la tierra de Israel y estableciendo la paz universal.
(Zacarías 14:5 / Mateo 24:27 / Apocalipsis 20:1-6 / Ezequiel 37:21-22 / Isaías 11:6- 9)

El juicio final

La Biblia nos enseña que habrá un juicio final donde todos los impíos, que son las personas que a lo largo de todos los tiempos han rechazado a Jesucristo, serán juzgados por según sus obras de forma que el resultado de toda criatura, ya sea varón o ser angelical será juzgado por su rebelión y lanzado al lago de fuego y azufre donde sufrirá eterna condenación.
(Mateo 25:46 / Apocalipsis 19:20 / Apocalipsis 20:11-15 / Apocalipsis 21:8)

Los cielos nuevos y la tierra nueva

Como iglesia de Cristo, aceptamos que tras el juicio vendrá la restauración de todas las cosas tal cual fueron en el origen, conforme a los deseos de amor, paz y bienaventuranza para aquellos que aman Su nombre. (2 Pedro 3:13 / Apocalipsis 21:22)

El Único Dios Verdadero.

Creemos en un Dios Trino, el “Yo Soy”, que es el Creador de los cielos y de la tierra y de todo cuanto en ellos existe, siendo Dios a la vez el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, de forma que en perfecta armonía se relaciona y asocia entre sí.
(Deuteronomio 6:4 / Isaías 43:10-11 / Mateo 28:19 / Lucas 3:22)

A todo esto que se ha comentado con anterioridad, añadir que la Iglesia Evangélica “La Roca” se considera:

De corte Arminiano

Entendemos que la salvación puede perderse si el creyente se aleja del camino de santidad, obediencia y lealtad que Dios nos deja en la Biblia.

De postura Pretribulacionista

La Biblia nos enseña que el Cuerpo de Cristo no ha sido puesto para ira, de manera que los verdaderos creyentes serán arrebatados antes de que la tribulación tenga lugar en la Tierra.

De postura Premilenarista

Entendemos que conforme a las Escrituras, el Señor Jesús se manifestará en Su Segunda Venida para la batalla de Armagedón y acto seguido a Su victoria, el milenio comenzará en la Tierra.

Jesús Esteban y Pilar Sierra
Pastores