ayuno
Sergio Belmonte

El Ayuno

Sea bienvenido a este estudio acerca del ayuno. La finalidad de este estudio es, siempre con la ayuda del Señor, tratar de aportar luz sobre la práctica del ayuno tal y como se recoge en las Sagradas Escrituras. Para ello se tratará de responder a preguntas como “¿Qué es el ayuno? ¿Es el ayuno algo que debe formar parte de la vida del creyente? ¿Todos deben ayunar o el ayuno es solo para unos pocos? ¿Cómo debe el creyente ayunar? o ¿Qué se consigue mediante el ayuno?”, entre otras.

Obsérvese que todas ellas son preguntas que todo creyente se ha hecho en alguna ocasión, de manera que le animo a seguir adelante con este estudio, acompañado siempre de la Biblia para que pueda consultar las referencias que se le indicarán.

A continuación, y para comenzar, se expone una tabla que resume los puntos que se tratarán en el presente estudio bíblico:

OrdenDescripción de la enseñanza
1Etimología del concepto “Ayuno”
2El ayuno en el Antiguo Testamento
3El ayuno en el Nuevo Testamento
4Diferentes motivos para ayunar
5Diferentes formas de ayunar
6¿Qué se logra a través del ayuno?

1- Etimología del concepto “Ayuno”

               Cuando se consulta los tres idiomas principales que conforman las Sagradas Escrituras así como sus traducciones históricas más importantes, esto es, hebreo, griego y latín, se encuentran coincidencias evidentes que permiten su comprensión.

               Así pues, se observa que en hebreo el término “ayuno” se traduce literalmente como “tsom6685 que a su vez deriva de “tsum6684, que significa “mantener la boca cerrada o cubrir la boca”, no en el contexto contemporáneo de “guardar silencio o no decir nada” sino con la intención comunicativa de “abstenerse de alimentos”. En griego se encuentra el término “nesteia3521 que se traduce literalmente como “no comer nada o abstinencia por falta de comida”. El término griego “nesteia” deriva de “nesteuo3523 que viene a significar “abstenerse de comida” en un sentido religioso.

               En latín se encuentra el término “ieiunium” que se refiere al intestino animal cuando se encuentra vacío. De toda esta terminología se infiere que el ayuno es la abstención de alimentos de forma voluntaria que en el contexto religioso se hace con una finalidad específica.

               El ayuno, si bien fue practicado también por los israelitas, tiene su origen en culturas más antiguas como la antigua Persia, India, Capadocia y Armenia entre otras. La práctica del ayuno en las culturas primitivas era común, indicado para satisfacer a las deidades en las que se creía a través de la mortificación del cuerpo humano. Esto incluía el ayuno y otras formas de mortificación que no son objeto de este estudio.

2- El ayuno en el Antiguo Testamento

               Si bien es cierto que no se encuentra el término “tsum” en la Ley Mosaica del Pentateuco como una indicación a la obligatoriedad del ayuno en el pueblo de Israel por parte de Dios, sí que se infiere de expresiones como “afligiréis vuestras almas(Levítico 16:29 / Levítico 23:27 / Números 29:7).

               La primera mención al ayuno en la nación de Israel se registra en Jueces 20:26 cuando el pueblo al completo lloró y ayunó por motivo de la guerra entre los israelitas y sus hermanos de la tribu de Benjamín. Hasta entonces, sólo Moisés había ayunado durante 40 días y 40 noches a lo largo de su estadía en el monte Sinaí en la presencia del Señor (Éxodo 24:18 / Deuteronomio 9:9).

               El ayuno en Israel era considerado como un tiempo de gran aflicción nacional, un día en el que la nación hebrea se humilla delante de Dios y pide perdón por sus trasgresiones. Esta práctica se ha transmitido de generación en generación hasta llegar al día de hoy en lo que se conoce como día de “Yom Kippur” o “gran perdón nacional” que se celebra a los diez días del año nuevo judío, entre los meses gregorianos de septiembre y octubre.

               H. Gunkel, con el cual coincide el autor del presente estudio, declara el ayuno nacional en Israel como “las fiestas de la lamentación”. Según él, “cualquier calamidad pública constituía una buena ocasión para celebrar estas fiestas”. Es por esto que el ayuno debe considerarse una fiesta en el sentido de que predispone la totalidad del ser humano a acercarse a la presencia de Dios en busca del consuelo, guía y dirección, ayuda o fortalecimiento que sólo viene de Él.

               Sin lugar a dudas, la “fiesta de la lamentación” contrastaba con el resto de festividades en Israel, las cuales eran reconocidas por la gran celebración y abundancia de comida de la que participaba el pueblo tras haber sido ofrecido y aceptada por Dios. En esta ocasión, tanto pobres como ricos, niños y ancianos, hombres y mujeres, se privaban del alimento, trabajo o placeres cotidianos como una forma de mortificar su cuerpo y acercarse a la presencia del Señor en busca del oportuno socorro.

3- El ayuno en el Nuevo Testamento

               El ayuno en el Nuevo Testamento queda más que constatado como una práctica común de hombres y mujeres de fe, ya sea en los tiempos ministeriales de Jesús como en los del desarrollo y expansión de su iglesia a posteriori.

               Es así que se observa que en los tiempos de Jesús la profetisa Ana servía a Dios con oraciones y ayunos (Lucas 2:37), los discípulos de Juan el Bautista ayunaban con frecuencia (Lucas 5:33) así como los fariseos dos veces por semana (Lucas 18:12), si bien estos fueron reprendidos por el mismo Señor Jesús ya que al parecer la forma en que éstos se fundamentaba en una actitud hipócrita y carente de humildad (Mateo 6:16-18).

               Por otra parte, si bien es cierto que los discípulos de Jesús no ayunaron mientras tanto duraba su ministerio terrenal (Lucas 5:33-35), sí que lo hicieron con frecuencia una vez que la iglesia primitiva fue constituida, tal y como puede observarse en pasajes como Hechos 13:2-3, 14:23 y 2 Corintios 6:5. Dichos ayunos formaban parte del día a día del creyente, el cual usaba la abstinencia de alimentos, trabajo y otras actividades como una forma de acercarse a la presencia de Dios y obtener la ayuda, guía, consuelo y dirección que se necesita para el correcto desarrollo de la vida cristiana.

No obstante, una vez dicho lo anterior se hace preciso reconocer que si bien el ayuno no es una práctica de obligado cumplimiento para los creyentes, sus beneficios son numerosos. De esta manera, el ayuno debe entenderse como algo que el creyente ofrece de manera voluntaria y generosa, con un corazón humilde y necesitado que busca de su Creador, no por motivos egoístas sino en base a la necesidad del sediento que se acerca a la fuente del agua eterna que quita la sed.

4- Diferentes motivos para ayunar

               En este apartado se va a exponer hasta un total de seis motivos para ayunar que el creyente puede encontrar desarrollado a lo largo de las Sagradas Escrituras. Esta lista de seis motivos no es ni mucho menos exhaustiva, de manera que se acepta la posibilidad de que existan otras razones que el lector considere adecuadas para llevar a cabo un ayuno personal, no obstante se incluyen estas seis razones por considerarse de gran importancia.

  • Ayuno por acontecimientos solemnes: Basado en la tradición hebrea registrada desde su fundación como nación, se encuentra lo que hoy se conoce como Yom Kippur o “Día del Gran Perdón Nacional”. Se trata de una práctica milenaria que el pueblo de Israel mantiene desde la entrada en vigor de la legislación mosaica en la que la nación se humilla delante de Dios y los sacerdotes confiesan los pecados cometidos por el pueblo (Levítico 16:21) para expiación, reconciliación (Levítico 16:11) y holocausto (Levítico 16:24). Éste es un día solemne para toda la nación de Israel, la cual aflige su alma durante un día completo en busca del perdón por causa de los pecados cometidos.

También puede observarse la práctica del ayuno como una forma de recordatorio solemne por acontecimientos pasados de vital importancia. Es el caso de la convocación de ayuno nacional por parte del profeta Zacarías, el cual llamaba al pueblo a afligir sus almas en los meses 4º, 5º,7º y 10º (Zacarías 8:19) en correspondencia con los actos acontecidos a Israel como nación por parte de sus enemigos los caldeos. Así pues, el ayuno tenía la intención de conmemorar con aflicción del alma el inicio del asedio de la ciudad de Jerusalén en el mes décimo (2 Reyes 25:1), la caída de la ciudad en el mes cuarto (2 Reyes 25:3-4 / Jeremías 52:6-7), la destrucción del templo en el mes quinto (2 Reyes 25:8-9) y el final asesinato de Gedalías y sus compañeros en el mes séptimo (2 Reyes 25:25).

  • Ayuno como expresión de dolor: Es el caso del terrible dolor que la nación de Israel experimentó a lo largo de una guerra civil entre varias de sus tribus y la consecuente matanza entre hermanos (Jueces 20:26), la pérdida de alguien importante para la nación como lo era el rey Saúl (1 Samuel 31:13 / 2 Samuel 1:12), el dolor y sufrimiento experimentado en la vida propia o en la de los seres queridos como en el caso del profeta Nehemías (Nehemías 1:1-4) o la reina Ester (Ester 4:3).

El ayuno como expresión de dolor tiene dos posibles razones que lo explica. La primera de ellas es comprendida como una forma de guardar el luto por los seres queridos y el consecuente dolor experimentado por la pérdida sufrida mientras que la otra causa, cuya finalidad es terapéutica, es encontrar el único linimento que calma el dolor experimentado, esto es, acudir a la presencia de Dios en busca del bálsamo que entiende, consuela y fortalece al dolido en su necesidad.

  • Ayuno como penitencia: En este caso el ayuno puede entenderse como una forma de auto-mortificación personal, o lo que es lo mismo, una cuota personal o pago que el creyente arrepentido realiza para la expiación de sus pecados. Es de esta forma que el ayuno sigue a la confesión de pecados, personales o como nación (1 Samuel 7:6 / 1 Reyes 21:27), como puede observarse en los casos del profeta Nehemías (Nehemías 9:1-2) así como el de Daniel (Daniel 9:3-5).
  • Ayuno como humillación ante Dios: Este motivo por el cual se ayunaba tenía la finalidad de humillarse como persona o nación delante de Dios en busca de su dirección o favor. El hombre entiende de su limitada vista proyectiva y busca la dirección del Altísimo a fin de no errar en los pasos que debe dar a continuación (Esdras 8:21). Es el caso del rey Josafat, el cual se humilló delante de Dios y proclamó ayuno nacional para pedir ayuda y socorro a Dios (2 Crónicas 20:3-4).
  • Ayuno vicario: Es el ayuno que se realiza por causa del pecado, tragedia o necesidad de otra persona. Es un tipo de ayuno solidario que busca el favor de Dios para beneficio de una tercera persona o nación en su conjunto. Con este tipo de ayuno se busca que Dios dirija los pasos de aquella persona o nación por quien se ayuna tal y como puede observarse en el caso de Esdras (Esdras 10:6) o la propia reina Ester (Ester 4:15-16).
  • Ayuno falso: Es el ayuno impropio, el cual debe considerarse manipulativo ya que tiene como finalidad mover la voluntad de Dios a la del hombre mediante una práctica puramente externa, carente de un corazón humilde que busca plegarse a la dirección del Altísimo. Este caso es fuertemente condenado por Dios por ser enmascarador de las verdaderas razones y malvado por cuanto se basa en la concesión de favor Divino por motivos egoístas.

Así pues el profeta Isaías denuncia a la nación Israel por sus ayunos inadecuados (Isaías 1:10-20 / Isaías 58:1-8), de igual manera que hace Jeremías (Jeremías 14:12) y Zacarías tras el retorno del cautiverio (Zacarías 7:5-7).

De lo dicho en este apartado se infiere que el ayuno debe ser sincero, movido por una necesidad real y un interés de plegarse a la voluntad de Dios y no al revés, pues Dios escudriña el corazón del hombre así como sus pensamientos (Jeremías 17:10 / Romanos 8:27).

5- Diferentes formas de ayunar

               En este apartado se ha procurado recoger aquellos modelos bíblicos de ayuno que hombres y mujeres de Dios llevaron a cabo a lo largo de las Sagradas Escrituras. Preferentemente se clasificarán en cuatro divisiones principales sin que esto afecte al motivo por el cual la persona ayuna, o lo que es lo mismo, de los motivos expuestos en el apartado 4 se puede considerar que el motivo del ayuno y la forma de ayunar pueden combinarse en cada una de sus formas, claro está, con algunas premisas que se pasa detallar.

  • Ayuno normal: Es el tipo de ayuno en el que la persona se abstiene de todo alimento, bien sea sólido o líquido, a excepción del agua. Este es, presumiblemente, el ayuno que el Señor Jesús hubo de haber realizado tras su bautismo cuando fue llevado al desierto por el Espíritu. La Biblia indica que durante cuarenta días y cuarenta noches, Jesús no comió alimento alguno (Mateo 4:1-4 / Lucas 4:1-4), pasados los cuales tuvo hambre. Observe el lector que la Palabra no hace alusión, en los textos arriba mencionados, a la bebida de agua y considerando que la primera tentación a la que Jesús fue tentado por satanás fue la ingesta de alimentos se puede inferir que Jesús sí pudo haber consumido agua a lo largo de esos cuarenta días.
  • Ayuno completo: En este ayuno, la persona se abstiene de la ingesta de cosa alguna; sea esto alimento en cualquiera de sus variantes o bien sea agua. Es un ayuno que normalmente se realizaba en tiempos de crisis y cuya duración no debía ser superior a tres días. Generalmente, en los tipos de ayuno severos, como pudiera ser éste el caso, el creyente debe tener la clara dirección de Dios para realizarlo, y respetar los tiempos establecidos a fin de no causar daños irreparables en la salud del que ayuna. Recuerde el lector que el ayuno tiene como finalidad buscar la presencia de Dios por diversas razones, siempre con sinceridad; entendiendo que Dios, al ser encontrado, no desea el deterioro innecesario de la salud de quien le busca.

En relación a este tipo de ayuno, se puede encontrar el ejemplo de la reina Ester y el pueblo judío de Susa, los cuales se abstuvieron de toda clase de alimentos y bebida antes de que la reina accediese a la presencia del rey Asuero (Ester 4:16).

  • Ayuno parcial: Este tipo de ayuno es el conocido por muchos como “el ayuno de Daniel” pues es el que el profeta llevó a cabo como ejemplo durante su estancia en Babilonia (Daniel 10:2-3). Es un ayuno en el que la persona restringe su alimentación normal, absteniéndose de cualquier cosa placentera y adhiriéndose a una dieta bastante más austera que de lo normal. En ella, y llevado a nuestros días, la persona se abstiene de los placeres alimenticios o de la realización de actividades que le resultan placenteras para sustituirlos por una búsqueda sincera de Dios en medio de la necesidad.
  • Ayuno sobrenatural: Se considera que el ayuno sobrenatural es idéntico en forma al ayuno completo pero distinto en duración. Si bien el ayuno completo está limitado a tres días de duración, el ayuno sobrenatural puede ser más extenso. Para ello, y puesto que se requiere de una cobertura Divina especial, el ayuno sobrenatural debe ser claramente mandado por Dios para el creyente, de forma que de ninguna manera el hombre puede iniciar un ayuno de duración superior a tres días si Dios no se lo ha indicado expresamente ya que esto puede tener severas repercusiones para la vida del creyente.

En las Sagradas Escrituras sólo hay dos registros en los que los justos hombres de Dios realizaron un ayuno de esta tipología. Es el caso de Moisés, cuando por cuarenta días completos estuvo en la presencia de Dios sin que alimento alguno o fluido entrase por su boca (Deuteronomio 9:9), y el del profeta Elías, el cual no comió nada durante cuarenta días, con sus noches, después de haber sido fortalecido con alimento del cielo (1 Reyes 19:8). En ambos casos, tanto al inicio del ayuno como a lo largo de su trascurso, se ve la capacitación especial de parte de Dios, lo cual asevera la idea de que este tipo de ayuno sólo puede realizarse en base a un llamado específico de Dios.

6- ¿Qué se logra a través del ayuno?

Puede ser tentadora la idea por parte del creyente de experimentar experiencias extrasensoriales o fuera de lo común y cotidiano durante sus periodos de ayuno, sin embargo, esta es una enseñanza errónea que se precisa corregir. Si bien hay que aceptar que Dios se manifiesta en su soberanía como quiere y a quien quiere, el creyente no debe esperar que su esfuerzo voluntario sea meritorio de visitar Santo Trono de Dios cada vez que realiza un ayuno. Uno no accederá al Trono del Altísimo como Isaías por sus propios esfuerzos sino por la gracia de Dios si así Él lo quiere.

Primeramente, y como ya se ha hecho alusión con anterioridad, se hace preciso remarcar que el ayuno es una práctica de vida en el creyente tal y como lo es el estudio de las Sagradas Escrituras o la oración por sí mismos. Obsérvese que Jesús daba por sentado que sus discípulos ayunarían una vez que Él ya no estuviera entre ellos (Mateo 6:16-18 /Mateo 9:14-15). Esto tiene una implicación directa en la vida de todo creyente, el cual es llamado a realizar ayunos en su vida cotidiana.

Por desgracia, en determinados círculos eclesiales, se ha extendido la idea de que el ayuno sólo debe ser practicado por causa de crisis personales o comunitarias, siendo generalmente el personal que forma parte del liderazgo de la iglesia el que lo realiza. No obstante, a la luz de los textos arriba mencionados, queda claro que la nación de sacerdotes que conforman la Iglesia Universal, esto es, el cuerpo de Cristo, es llamada a realizar el ayuno como parte de sus disciplinas espirituales cotidianas.

El ayuno, más que una experiencia vibrante y sobrenatural, debe contemplarse como un esfuerzo humano en aras de adquirir una mayor sensibilidad relacional con su Creador. Generalmente, y téngase en cuenta lo anteriormente expuesto respecto a la soberanía de Dios, la dirección o ayuda del Señor vienen a posteriori de haber realizado el ayuno o como consecuencia de una práctica continua del mismo.

Tenga el lector en cuenta que el tiempo de ayuno no es un tiempo en el que se siembra así como tampoco es un tiempo en el que se cosecha sino que debe considerarse como un tiempo de esfuerzo en el que el creyente limpia su tierra. Considere que su vida, o en esta analogía, su tierra, está llena de cardos, espinos, tocones y maleza variopinta que estorban su correcto desarrollo espiritual. Así pues, el ayuno es el esfuerzo que el creyente hace en aras de limpiarse de impurezas para que la obra de Dios en él pueda desarrollarse con vigor.

De esta manera, considerando el ayuno como una disciplina espiritual que el creyente practica con habitualidad, Dios obrará en la vida del creyente a través de su Espíritu Santo trayendo la percepción de cuantas imperfecciones pueden observarse y que de forma alguna se habían mantenido fuera del alcance de la propia percepción espiritual de la persona.

Es así que el ayuno ayuda al creyente a ser humilde, sincero y sensible al latir del propio corazón de Dios, el cual ayuda a la persona a combatir aquellas debilidades que de no contar con la ayuda divina de seguro serían de tropiezo personal en su vida ya que hay batallas que sólo con ayuno y oración se pueden ganar (Mateo 17:21).

Bien, llegados al final del camino, es mi personal deseo que este estudio le haya servido para adquirir una mejor comprensión de la práctica del ayuno bíblico y le pido a Dios que por medio de su Santo Espíritu siga obrando en usted a fin de hacerle más a la imagen de su Hijo amado Jesús. A Él sea la gloria por los siglos de los siglos, amén.

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