Se bienvenido a este estudio que tiene como finalidad arrojar luz sobre el nombre propio de Dios. A lo largo de estas páginas navegaremos a lo largo de la historia bíblica y profundizaremos en las raíces hebreas que nos ayudará a adquirir una mejor comprensión del nombre con el que el Señor se manifestó a Su pueblo así como las diferentes acepciones que podemos encontrar en las Sagradas Escrituras y que sirven también para referirnos a Él o revelar alguno de sus atributos o virtudes. También profundizaremos en las traducciones correctas e incorrectas de Su nombre particular que se han hecho a lo largo de la historia y veremos la fuerza de algunas tradiciones que se han mantenido hasta nuestros días.
Bosquejo Conceptual
1. Introducción contextual, el “Tetrágramon Sagrado”.
2. Yahvé, el nombre propio de Dios.
3. Elohim, diferenciación entre el “Ser Supremo” y los “teraphim”.
4. Adonay, “Dueño, Amo y Juez”.
5. Jehová, su primera aparición y su uso hasta hoy.
6. Diferentes acepciones, nombres compuestos y atributos revelados.
7. ABBA, una forma revolucionaria de relacionarse con Dios
Introducción contextual, el “Tetrágramon Sagrado”
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra…” (Génesis 1:1). Como vemos en el primer versículo que sirve de apertura de los textos bíblicos, Dios deja constancia de Su voluntad de manifestar que Él está detrás del origen de todas las cosas. El Dios que ha creado el cosmos pone a la luz sus intenciones de darse a conocer ya desde el principio, acallando así cualquier intento humano de atribuirle lejanía o misticismo como algunos movimientos agnósticos han pretendido a lo largo de la historia.
De esta forma, vemos su mano a través de los eventos que suceden desde bien temprano de la historia bíblica. Ya en el Edén se manifiesta como el Señor, Dueño y Soberano tanto sobre el Edén, la creación que en él habita y las tierras allende el Edén. Tierras que comienzan a habitarse de una mezcla variopinta de personas más o menos justas o injustas, desobedientes o sensibles a la obediencia, a través de las cuales Dios comienza a interactuar de una forma activa.
Desde Adán y Eva, pasando por Enoc, Noé, Abraham y otros personajes principales de la historia bíblica, Dios habla y se da a conocer de distintas formas, revelando sus atributos, virtudes y carácter pero es por primera vez en el pasaje de la zarza ardiente de Éxodo 3:13-14 que encontramos la revelación del nombre propio de Dios:
“Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿Qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros”.
Dios se refiere a sí mismo como “YO SOY”, revelándonos su carácter inmutable y omniexistencial, dándose a conocer como el “Ser Supremo”. La palabra hebrea que se utiliza para esta expresión es “Ehyeh”. Si Dios dice de sí mismo “Yo soy” y dando por supuesto que Dios gobierna sobre el cosmos y que en un lugar finito del cosmos habita su pueblo, hemos de inferir según las reglas de la gramática que su pueblo le llama “ÉL ES”. De esta forma, el pueblo de Dios utiliza la palabra hebrea “HWHY”, la cual, teniendo en cuenta que los hebreos escriben y leen de derecha a izquierda es traducida como “YHWH” para las culturas que escriben y leen de izquierda a derecha. “YHWH”, que se conoce como el “Tetrágramon Sagrado”, es un nombre cuyo uso infunde tremendo respeto, temor y reverencia a los judíos, los cuales no pueden invocarlo a la ligera, cuestión que dará lugar a una serie de modificaciones del nombre y de costumbres y rituales de purificación antes de usarlo o escribirlo.
Es tal el respeto que el nombre del Señor infunde en los judíos, que éstos comienzan a utilizar el nombre “Hashem” para referirse a Dios como “El Nombre”, evitando así pronunciar el Tetrágramon Sagrado. Esta costumbre puede observarse hoy día en el pueblo de Israel, el cual sigue empleando éste y otros términos similares a fin de evitar caer en pecado por un mal uso o uso irreverente del nombre santo de Dios.
Yahvé, el nombre propio de Dios
Esta palabra se usa unas 6827 veces a lo largo de todo el Antiguo Testamento. Traducciones posteriores al griego, especialmente en la Septuaginta lo consideraron como “Kyrios” y las latinas como la Vulgata como “Dominus”, palabras que se encuentran con facilidad como equivalentes en muchas de las versiones bíblicas que tenemos en la actualidad.
Como se dijo en el apartado anterior, Dios se manifiesta a Moisés como “YO SOY” y él debe hablar al pueblo para comunicarle que el Dios de Israel se le ha manifestado con tal nombre. Al referirse a Dios en tercera persona del singular el nombre correcto sería “ÉL ES”, correspondiéndose con el “Tetrágramon Sagrado: YHWH”.
Para nosotros, según nuestras reglas gramaticales, la pronunciación de YHWH es imposible ya que la palabra carece de las vocales que en occidente se necesitan para su correcta vocalización. No sucede así en la literatura hebraica, la cual no hace uso de vocales a la hora de escribir, cuestión que no imposibilita a un judío a pronunciar la palabra correctamente según sus reglas gramaticales.
Según los biblistas y eruditos de las Sagradas Escrituras, parece ser que la palabra que se acepta como válida según las reglas gramaticales y sobre la cual existe un mayor consenso es “Yahvé”, el cual constituiría el nombre original de Dios más allá de las traducciones posteriores que se pudieron hacer. Aunque si bien es cierto que aún existe cierto debate sobre si la pronunciación correcta en castellano es “Yahvé, Yahwéh, Yahweh o iavé”, lo cierto es que la forma más aceptada por su uso es la de “Yahvé”
Esta palabra que hace referencia al nombre propio de Dios suele venir acompañada de otras palabras que a modo de sufijo sirven para revelarnos algunos aspectos del carácter de Dios o bien virtudes y atributos que le caracterizan pero de esto se hablará en el apartado correspondiente.
Elohim, diferenciación entre el “Ser Supremo” y los “teraphim”
Como se dijo en la introducción a este estudio, Dios se manifiesta a la creación desde el inicio de los tiempos. De hecho, antes de que Moisés escuchase por primera vez el nombre propio de Dios él ya había oído de Él y no solo Moisés sino que otros personajes bíblicos también habían interactuado de distintas formas con el Creador.
Estas interacciones nos sirven para conocer cómo Dios comienza a darse a conocer y los nombres con el que las personas con las que interactúa le van conociendo. Este es el caso de “Elohim” nombre con el que el Creador le da a entender a la familia patriarcal que Él es Dios.
La palabra “Elohim” aparece unas 2570 veces en el Antiguo Testamento y posteriormente fue traducida al griego como “Theos” y al latín como “Deus”. Es una palabra en plural que sirve para denominar dioses en general pero cuyo uso puede referirse al “Ser Supremo” o a “dioses o ídolos” dependiendo de la forma en la que se utiliza. Cuando no se utiliza para hablar de Dios podemos estar usando esta palabra para designar jueces, ángeles, reyes o sobre todo “teraphin o ídolos”.
Un buen ejemplo para distinguir entre el uso que se hacía de la palabra “Elohim” para designar a Dios o a los ídolos lo encontramos en 2 Reyes 19:17-19a:
“Es verdad, Oh Yahvé (nombre propio), que los reyes de Asiria han destruido las naciones y sus tierras; y que echaron al fuego a sus dioses (Elohim refiriéndose a ídolos), por cuanto ellos no eran Dios (Elohim refiriéndose al “Ser Supremo”), sino obra de mano de hombres, madera o piedra, y por eso los destruyeron. Ahora, pues, oh Yahvé (nombre propio) Dios (Elohim refiriéndose al “Ser Supremo”) nuestro….”
En cuanto a la aplicación del término “Elohim” referido sólo a los dioses o ídolos podemos encontrar diferentes pasajes que aclaran esto, como el caso de Génesis 35:1-4 en el que vemos que Dios le dice a la familia de Jacob en varias ocasiones que quite los ídolos de en medio de ellos. También encontramos un curioso pasaje posterior en el que hay una distinción de este término según se sea o no parte del pueblo de Dios.
Cuando leemos Génesis 31:19 vemos que Raquel hurta los ídolos de su tío Labán mientras éste sale a trasquilar a sus ovejas. La palabra que se utiliza para designar a los ídolos hechos de manos de hombre es “teraphim” mientras que Labán los llama “sus dioses” o Elohim (versículo 30) cuando se percata de que alguien le ha robado sus ídolos.
Elohim, como se ha indicado anteriormente, es una palabra plural que debe analizarse cuidadosamente para no caer en error. Hablar de Dios y utilizar el término Elohim para referirnos a Él, no está aprobando el uso del politeísmo, de hecho son muchos los pasajes que condenan esto mismo, pero sí da apoyo a la existencia de la Trinidad como un conjunto de tres personas conformando la deidad, siendo Dios Padre, Dios Hijo y el Espíritu santo de Dios las tres personas que la componen.
El pasaje en el que queda más claro esto que se acaba de decir es con el que se abrió este estudio:
“En el principio creó (verbo que se usa en su forma singular) Dios (Elohim, palabra en plural) los cielos y la tierra” (Génesis 1:1)
Decir “creó” y usar a la vez un término en plural para referirse a “Aquel que lo creó”, nos permite inferir que las tres personas de la Trinidad cohabitan en la plenitud de la Deidad. Otros pasajes como el bautismo de Jesús que se narra en los diferentes evangelios ayudan a entender con mayor claridad esto que se acaba de decir pero no siendo éste el objeto del estudio, proseguiremos adelante con el estudio del nombre del Señor.
Adonay, “Dueño, Amo y Juez”
El término “Adonay” viene a significar “Señor, Dueño, Amo, Juez” o como tradicionalmente se le ha usado “Mi Señor”. Se utiliza unas 427 veces en el Antiguo Testamento para expresar la soberanía de Dios como “Ser Supremo” que merece ser el centro de la dependencia de su creación, la cual le pertenece y por ende le sirve.
El uso de “Adonay” proviene de la palabra hebrea “adón” que significa “amo, señor o gobernador”, refiriéndose al nombre que se le otorgaba a aquellas personas que de alguna forma ostentaban algún tipo de cargo o autoridad que merecía el respeto del “pueblo llano”. De esta manera Abram es el “adón” de Sara (Génesis 18:12) y de su siervo (Génesis 24:9) porque él era el patriarca familiar.
Sin embargo cuando se referían a Dios como el Dueño, Amo o Juez sobre todas las cosas se utilizaba con frecuencia el término “Adonay”, de hecho el propio Abram lo manifiesta de este modo en el pasaje de Génesis 15:2a:
“Y respondió Abram: Señor (Adonay) Yahvé (nombre propio del “Ser Supremo”)…
Adonay o como solemos utilizar en castellano “Adonai”, es el nombre que se utilizaba para referirse a Dios como “el Señor”. Este nombre era el utilizado por los sacerdotes y levitas que vivían fuera de la ciudad de Jerusalén y que no ministraban en el Templo de Dios ya que a ninguno de ellos se le permitía utilizar el nombre sagrado de Dios (Tetrágramon sagrado) por temor de caer en la violación del tercer mandamiento y de lo expresado en Levítico 24:16 donde dice:
“Y el que blasfemare el nombre de Yahvé, ha de ser muerto; toda la congregación lo apedreará; así el extranjero como el natural, si blasfemare el Nombre, que muera.”
Jehová, su primera aparición y su uso hasta hoy
Ya desde muy temprano, el pueblo de Israel se tomó muy en serio el hacer buen uso del nombre del Señor. Los judíos pronto conocieron que Yahvé (YHWH) no quería que se hiciese un uso inconsciente de su nombre; de ahí la expresa prohibición en el tercer mandamiento de usar el nombre de Dios en expresiones vanas. Este y otros pasajes como el de Levítico 24:16 que se acaba de exponer, infundió un tremendo respeto en el pueblo judío acerca del mal uso del nombre del Señor.
De esta forma encontramos algunas peculiaridades que sucedieron a este respecto y que dieron lugar a palabras híbridas para referirse al “Ser Superior” y que poco tenían que ver con el nombre original con el que Dios se dio a conocer a su pueblo.
La primera de estas peculiaridades reside en las tradiciones de culto judías. Durante la lectura sinagogal de las Sagradas Escrituras, muchos eran los que al llegar al nombre del Señor (YHWH) no pronunciaban éste nombre para no caer en pecado y lo sustituían por la palabra “Adonay”, siendo el uso del nombre YHWH restringido a los sacerdotes que impartían la bendición al pueblo en Jerusalén y al Sumo Sacerdote durante el día del “Gran Perdón Nacional o Yom Hakkipurim” que se celebraba una vez al año.
El resto de sacerdotes, como ya se ha dicho con anterioridad, sólo podían utilizar la palabra “Adonay” para referirse a Dios.
Tal era el respeto que el nombre de Dios infundía a los hebreos que algunos escribas judíos y posteriores traductores dejaban el espacio en blanco cuando estaban realizando copias de las Sagradas Escrituras. Este espacio solo era rellenado con el nombre de “YHWH” después de haber pasado por estrictos rituales de purificación. Otros directamente ponían cuatro puntos en su lugar y otros lo escribían con una grafía bastante más elaborada.
Llegado a este punto y sin duda influenciados por las múltiples ocasiones en las que el pueblo de Israel fue conquistado e influenciado por culturas extranjeras (asirios, caldeos, macedonios, romanos) el nombre del Señor comenzó a sufrir una serie de transformaciones.
La primera de ellas consistió en tratar de dar vocales pronunciables al “Tetrágramon Sagrado” para que se pudiera pronunciar aún por aquellos que no conocían las reglas gramaticales hebreas. Para ello, los masoretas, que eran eruditos judíos de la edad media pero que carecían del suficiente conocimiento del hebreo antiguo, hicieron una simbiosis o hibridación de las palabras “YHWH” y “ADONAY” de forma que la primera aportaba sus consonantes y la segunda sus vocales, tal y como podremos ver a continuación:
Y H W H +A D O N A Y = YAHOWÁH
De esta manera obtenemos el término híbrido de “Yahowáh” que permite su uso ya que el golpe de voz recae en las vocales y se evita así la pronunciación de las consonantes que conforman el “Tetrágramon Sagrado”, cuestión que era fuertemente evitada por el pueblo judío.
Más tarde, y debido a una adaptación al latín o latinización del término por causa de una mala interpretación de los textos masoretas, comenzó a emplearse el nombre de “Jehová” para referirse a Dios. Fue precisamente en 1520 cuando Pedro Galatino, confesor del papa León X, comenzó a popularizar éste término, siendo así el catolicismo la clave para expandir esta palabra incorrectamente formulada a través de los últimos siglos.
De hecho, la fuerza de la tradición ha hecho posible que el uso de la palabra “Jehová” para referirse al nombre propio de Dios haya llegado hasta nuestros días, registrándose en traducciones como la “King James” de habla inglesa o la “Reina Valera” en castellano. Otras versiones en cambio han sustituido la palabra “Jehová” por el nombre “Yahvé” o directamente hacen uso del término “El Señor” para referirse a Dios.
Diferentes acepciones, nombres y atributos revelados
Hasta ahora hemos hecho un recorrido histórico del nombre de Dios, de cómo se da a conocer a su pueblo de forma personal y de las distintas formas en las que los judíos le conocen como “Ser Supremo” y le distinguen del resto de deidades paganas pero esto no es todo.
A través de su nombre, Dios revela algunos de sus atributos y virtudes con la finalidad de darse a conocer y proveer así de un mejor entendimiento a su pueblo. Es por eso que encontramos variedad de nombres o combinaciones con los nombres que ya se han expuesto que arrojan luz acerca del Creador del universo y que a continuación pasamos a exponer.
· “EL” -> Nombre que expresa la idea de “Ser Fuerte y Poderoso”. Es la palabra que en hebreo se utiliza en el lugar de Dios en el pasaje de Génesis 46:3:
“Y dijo: Yo soy Dios (“EL” en hebreo, refiriéndose al Ser fuerte y poderoso), el Dios de tu padre; no temas de descender a Egipto, porque yo haré de ti una gran nación”.
Este nombre, de origen semítico o judío, más particular y menos frecuente también se utiliza unas 204 veces, sobre todo en libros como Job, Salmos e Isaías. Cuando se utiliza formando nombres de personas o lugares, suele indicar que tal lugar o persona describe algo de Dios, como los siguientes casos:
Ø Isra…El (Israel): El que lucha con Dios.
Ø Bet…El (Betel): Casa de Dios.
Ø El…iseo (Eliseo): Dios es salvación.
Por otra parte, también suele ir acompañado de un adjetivo hebreo que sirve para destacar algún aspecto o virtud del Creador como por ejemplo:
Ø El-Elyon: Para referirnos a Dios como “el Dios Altísimo” como podemos leer en el pasaje de Abraham y Melquisedec en Génesis 14:17-20.
Ø El-Shadday: Para referirnos a Dios como “el Todopoderoso u Omnipotente”, relacionado con el carácter dadivoso de Dios a través de las bendiciones patriarcales y que nunca se cansa de derramar Sus misericordias sobre Su pueblo como podemos leer en Génesis 17:1.
Ø El-Olam: Para referirnos a Dios como “el Eterno”, revelando su inmutabilidad, preexistencia y ausencia de variación con el paso de los tiempos tal y como se nos revela en Génesis 21:33.
Ø Eloah: Es el término singular de la palabra “Elohim” y sigue refiriéndose a Dios como “el Poderoso”. Alguna de las referencias en la que se encuentra el uso de Eloah es Esdras 6:10.
· “Yahvé”-> Nombre propio de Dios que proviene de la pronunciación del “Tetrágramon Sagrado” YHWH y que fue revelado a Moisés en el pasaje de la zarza ardiente. Al igual que en el caso de “EL” también podemos encontrarlo combinado con otras palabras que nos ayudan a tener un conocimiento ampliado de quien es Dios en Su esencia, como el caso de :
Ø Yahvé-Sebaot (YHWH Tsebaoth): Nombre que viene a expresar que Dios es “el Señor de los Ejércitos”, siendo utilizada de forma análoga a “Todopoderoso, Dominador Supremo o Dueño” de todo el cosmos.
Para comprender mejor esta forma de llamarle hemos de leer pasajes como Éxodo 12:41 o Isaías 54:5 donde se reconoce al pueblo de Israel como “las huestes de Yahvé”. De esta forma si el pueblo es el ejército, Dios es el Señor de los ejércitos.
También vemos el uso de este nombre en relación a las costumbres cananeas de la época de los jueces. Durante esos años, los cananeos rendían culto a “El y Baal”, dos ídolos que representaban a un padre anciano y sabio por un lado y a un guerrero por el otro. De esta manera, el uso del nombre “Yahvé-Sebaot” viene a unir ambos conceptos en un “Ser Supremo” que es Rey y Guerrero a la vez, muy por encima del cosmos y de cualquier falsa deidad de las naciones vecinas.
Ø Yahvé-Jiré (YHWH Yireeh): Nombre que expresa la provisión de Dios, siendo éste entendido como “Yahvé Verá o Yahvé Proveerá”. Lo encontramos por primera vez en el pasaje en el que Dios le pide a Abraham que sacrifique a su hijo Isaac y que en última instancia, antes de sacrificar a su hijo, el cordero sacrificial es provisto por Dios para la ofrenda. De esta manera en Génesis 22:14 vemos que Dios es el que provee para las necesidades de Su pueblo.
Ø Yahvé-Nisi (YHWH Nissi): De esta forma conocemos a Dios como “Yahvé es mi Estandarte”. Encontramos este nombre por primera vez en el pasaje de la batalla de Israel contra los amalecitas en el que Moisés levanta sus brazos ayudado por Hur y Aarón. Después de la batalla vemos que Moisés levanta un altar conmemorativo que recuerde al pueblo que Dios ha sido el estandarte en la batalla al cual seguir y así es como denomina a Dios en Éxodo 17:15.
Ø Yahvé-Shalom (YHWH Shalom): Nombre que viene a traducirse como “Yahvé da Paz” y es el nombre que Gedeón usa después de construir un altar conmemorativo en Orfa después de destruir los altares de Baal (Jueces 6:24). Gedeón quiere transmitir la paz que siente de parte de Dios. Poco antes fue lleno de temor cuando sus ojos vieron al Altísimo y pensó que iba a morir pero Dios trajo paz a su corazón, una paz tan grande que le llevó a usar este nombre por primera vez.
Ø Yahvé-Tsidkenu (YHWH Tsidkenú): Nombre que traducido significa “Yahvé nuestra Justicia”. Es el nombre con el que el profeta Jeremías hace alusión al Mesías que vendrá para hacer justicia sobre la maldad del mundo enfatizando el carácter de “Juez Justo” del “Ser Supremo” en Jeremías 23:6.
Ø Yahvé-Elohim: Nombre compuesto que indica que “Yahvé es Dios”, tal y como puede observarse en Génesis 2:4.
Ø Yahvé-Raphá: Nombre que se traduce como “Yahvé es tu Sanador”, lo cual indica la cualidad de Dios como el que sana las enfermedades de quienes vienen a Él, como se puede apreciar en Éxodo 15:26.
Ø Yahvé-Mecadeshem: Nombre muy relacionado con el mandato de Dios a su pueblo acera de guardar el reposo del sábado. Se traduce como “El Señor es tu Santificador” y se puede encontrar en Éxodo 31:13.
Ø Yahvé-Roí (Otras fuentes utilizan Yahvé-Raah): Uno de los nombres más conocidos, al menos una vez traducidos, gracias a su uso en pasajes célebres como el Salmo 23:1 o Jeremías 23:6. Su traducción equivaldría a “Yahvé es mi Pastor” y refleja el carácter de Dios que cuida y se preocupa de su pueblo.
Ø Yahvé-El-Gmolá: Término que se traduce como “Yahvé es mi Retribución/Recompensa”, en el que se hace énfasis en el hecho de que es a Dios a quien le corresponde otorgar retribución, pago o recompensa a la humanidad, según sean las acciones de ésta buenas o malas, tal y como se puede observar en Jeremías 51:56.
· Qedosh Yisrael-> Expresión que se traduce como “El Santo de Israel” y que viene a revelar algo que va más allá de un atributo o virtud, la santidad de Dios, que se revela como parte de Su carácter. De esta forma se infiere Su pureza, el horror que siente hacia el mal y el aborrecimiento hacia el pecado. Así entendemos al mismo tiempo que Sus celos, ira y venganza no son sino elementos de Su santidad puestos en acción en contra de todas estas cosas que Su alma aborrece.
La santidad de Dios es algo que queda más que demostrado en multitud de pasajes bíblicos pero sobre todo basta con hacer una lectura del libro de Levítico para que esto mismo quede constatado. También vemos que algunos de los profetas le llaman “El Santo de Israel” o simplemente “Santo”.
A este respecto, hay un detalle de interés que merece la pena destacarse. A lo largo de muchos pasajes bíblicos podemos ver un estilo literario hebreo para hacer énfasis sobre la idea que se pretende transmitir. Esto se consigue repitiendo dos veces la misma idea o concepto pero vemos que en algunos pasajes como Isaías 6:3 o Apocalipsis 4:8 se refiere a Dios como “Santo, Santo, Santo”, transmitiéndonos un énfasis aún mayor del concepto de santidad y elevándola hasta lo sublime.
ABBA, una forma revolucionaria de relacionarse con Dios
El término “ABBA”, de origen arameo, es la forma enfática de “AB”, palabra que solía utilizarse en las tierras caldeas para referirse al hombre como “padre”.
En las religiones antiguas, es fácil encontrar el uso del apelativo “padre” para referirse a Dios, pero siempre en el contexto de creador y como signo de autoridad. Así pues, según la tradición egipcia, cuando el faraón era entronizado se auto declaraba hijo del dios Sol, el cual era su padre. Los griegos, creyentes de que toda la humanidad era engendrada de los dioses (concepción mítico-biológica), llamaban a las deidades padre por cuanto se estimaban descendientes de ellos.
A fin de evitar semejantes interpretaciones mitológicas, el pueblo de Israel evitó llamar a Dios como Padre de modo individual para no caer en trasgresión. Es por esto que Israel llama a Dios “Padre” siempre en el contexto nacional, es decir, como nación escogida por Dios, entendiendo que Dios no tiene hijos ni hijas como otras culturas aseguraban respecto de sus deidades. Así Dios es el Padre de Israel como concepto de nación y no como individuos por separado (2 Samuel 7:14), siendo Israel considerado como hijo de Dios por el simple hecho de haber sido elegidos por Él para salvación histórica. Esto otorgaba ciertos privilegios para el pueblo israelita, tales como asegurarse la guía providencial y educativa, el amor e incluso la corrección por parte de Dios (Deuteronomio 32:6).
Visto lo anterior, se comprende que un israelita nunca utilizase un término como “Abba” para dirigirse a Dios, porque aunque Él era el Padre de la nación, los individuos no podían relacionarse con la Deidad en términos tan próximos o familiares como lo era el término “Abba”, en lugar de ello utilizaban el término “Abí” pero no era demasiado común.
De hecho, el término “Abba” era tan familiar que se utilizaba sólo en el aspecto íntimo de la unidad familiar, o lo que es lo mismo, de puertas para adentro, procurando los judíos hacer un meticuloso uso de los términos “Abba” y “Abí” para separar la paternidad del padre terrenal con la paternidad de Dios sobre el pueblo de Israel en su conjunto.
En toda la literatura hebraica no se encuentra que ningún judío invoque el nombre del Señor como “Abba” (que traducido sería “papá o nuestro papá”). Según el Talmud de Babilonia, la expresión “abba” era la primera palabra que los niños utilizaban al romper a hablar, una palabra infantil que aunque si bien en los tiempos de Jesús también era utilizado por los adolescentes, siempre era en el ámbito privado del hogar y nunca en la vida pública.
Esto hacía que fuese impensable que nadie se dirigiera a Dios en éstos términos tan próximos e íntimos, máxime cuando estaba la prohibición sobre el pueblo de hacer un uso indebido del nombre del Señor. Es por esta misma causa que en los tiempos de Jesús, el pueblo se queda maravillado al ver cómo Jesus de Nazaret hace uso del término “Abba” para dirigirse al Dios Creador de los cielos y la tierra en una relación de proximidad e intimidad nunca vistos hasta la fecha.
Esto causa asombro o repulsa en las distintas personas que observan como Jesús se relaciona con Dios con un nivel de intimidad sin precedentes. De esta manera Jesús revela el corazón de Padre que caracteriza a Dios como el Ser Supremo que desea tener una comunión íntima con la humanidad, no como nación en su conjunto sino con cada uno de los individuos que la conforman.
Por si pareciese poco revolucionario, Jesús no solo muestra a todos el tipo de relación próxima que tiene con Dios sino que enseña a sus discípulos a dirigirse a Él de la misma manera cuando les enseña a orar en los términos de “Padre nuestro” (Lucas 11:13). Más tarde, y con la constitución de la iglesia primitiva, muchos serían los que utilizarían la expresión “Siguiendo las enseñanzas de Jesús nos atrevemos a decir: Padre nuestro…” antes de orar, a fin de no dañar las consciencias de aquellos judíos neófitos que se acababan de convertir a la fe cristiana.
Hoy día, el término “Abba” o “Padre” (Papá), suele utilizarse dentro de las comunidades cristianas, las cuales han sido liberadas de la rigidez relacional que caracterizaba al pueblo de Dios en el Antiguo Testamento, ya que una vez que el velo fue roto en dos, el pueblo de Dios puede tener acceso directo a su gracia a través del sacrificio de Cristo, el cual nos enseñó que el anhelo del Padre es tener una relación íntima y cercana con aquellos que han depositado su fe en su Hijo amado Jesús.
Con esta definición se pone fin al estudio del nombre del Señor así como las posibles acepciones que podemos encontrar a lo largo de las Sagradas Escrituras. Espero le hayan sido de construcción.
Que el Señor le bendiga.