Sea bienvenido a este estudio que tiene como finalidad el análisis del primer capítulo de la Biblia. Para ello, se ha dividido el estudio en los siguientes apartados a fin de facilitar su comprensión:
Orden | Referencia Bíblica | Tema a tratar |
1 | Génesis 1:1 | Bereshit Bará Elohim “En el principio creó Dios” |
2 | Génesis 1:2 | El origen bíblico del universo y la falsa doctrina de la “brecha” |
3 | Génesis 1:3-2:3 | El origen bíblico de la Tierra y las diferentes perspectivas de los días de la creación |
1- En el principio creó Dios…
No existe una forma más contundente y clara de comenzar a escribir un libro que la forma en la que Dios inspiró a Moisés a relatar los orígenes del universo.
Tres palabras fueron suficientes para dejar claro que Dios es el Creador de todas las cosas, el que marca el principio de todo lo existente; palabras que desmarcan rotundamente a la Deidad de las diversas teorías humanistas que tratan de dar explicación al origen del universo.
A lo largo de la historia, muchas han sido las personas que han tratado de responder a preguntas como “¿Cómo ha sido hecho el universo? ¿Qué o quién está detrás de ello?”, y desde entonces, las doctrinas y teorías se han multiplicado. Comenzando por la más famosa hoy día, la conocida como teoría del “Big Bang”, pasando por las del “Universo Oscilante” y culminando con otras como las del “Big Crunch”, sin olvidarnos de los paradigmas evolutivos típicos del darwinismo, el hombre ha creado toda una amalgama de hipótesis que constantemente se van refutando unas a las otras conforme van surgiendo nuevos hallazgos.
Sin embargo, desde hace miles de años, las Sagradas Escrituras ya dieron una respuesta sencilla, breve, veraz y sobre todo, contundente. “En el principio, creó Dios los cielos y la tierra…” (Génesis 1:1).
Es cierto que con el tiempo se han amontonado los científicos que han tratado de desbancar la credibilidad de la Biblia al alegar que ésta no da explicación de muchos de los fenómenos observables de la vida cotidiana. Por poner algún ejemplo, la Biblia no explica cual es la razón por la que al soltar una manzana ésta cae al suelo el 100% de las veces, o cómo es que con la suma de “oxígeno + calor + combustible” se produce la reacción en cadena que da lugar al fuego. Lo cierto es que la Biblia no pretende ser un libro científico, ni está en su finalidad el dar explicación a ciertos fenómenos observables en la naturaleza sino que la finalidad principal de la Biblia es “exponer al hombre la obra creadora de Dios así como su plan redentor para la humanidad caída en pecado” (dicho someramente).
Así pues, y de una forma tajante, la Biblia niega perspectivas como el evolucionismo, desde el cual se defiende que existe una conexión entre la vida animal y el hombre. Esta poderosa perspectiva, tan poderosa que a día de hoy se enseña en las escuelas a los niños y es utilizada como paradigma de partida de la mayoría de ciencias, aún no consigue explicar el salto cualitativo del “mono al hombre” ya que a pesar de las grandes inversiones económicas al respecto siguen sin encontrar el famoso “eslabón perdido” entre ambos.
De esta forma, los creyentes creen, por medio de la fe, que lo registrado en las Sagradas Escrituras proviene directamente de Dios (2 Timoteo 3:16a), y no cuestionan ni la veracidad del mensaje ni la autoría del mismo; eso sí, el cristiano responsable indaga con profundidad en las muchas evidencias bíblicas que descartan muchas de las teorías humanistas. Así pues, el cristiano entiende que si bien Dios utilizó biomoléculas similares para hacer al hombre, al mono o al armadillo, toda la naturaleza es cualitativamente distinta al hombre, de forma que no hay nada que les conecte evolutivamente salvo que todos fueron creados por Dios.
Es por esto que la Biblia comienza sin rodeos y asevera que es Dios el Creador de todo lo creado, tanto lo visible como lo invisible. Para ello, y echando mano de los textos originales escritos en hebreo, encontramos la expresión equivalente a “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”, esto es: “Bereshit Bará Elohim”, de la cual se extrae mucha enseñanza. A continuación se verá un análisis palabra por palabra para extraer sus implicaciones.
1.1- “Bereshit”: Es un término que hace referencia al origen, el comienzo, el principio de algo o lo primero de todo dentro de un plan mayor que está por desarrollarse.
El término hace alusión al origen de las cosas, al establecimiento de los fundamentos que regirían lo que vendría después. Es en este momento en el que, sin que nada fuese hecho hasta entonces, Dios decide poner en marcha su obra creadora; marcando este momento histórico-temporal como el inicio de las cosas que habrían de ser. Era el inicio del cosmos, de las leyes que lo gobernaban, el origen de la vida, del matrimonio, de las familias, de la salvación del hombre caído por medio de Cristo Jesús, era el inicio de todas las cosas que más tarde serían reveladas al hombre, pues Dios, “en el principio”, ya tenía todo desarrollado en su conocimiento (presciencia).
1.2- “Bará”: Es un verbo que literalmente se traduce como “crear”. Su utilización se atribuye exclusivamente a Dios, el cual es el sujeto que acompaña a este verbo.
El término indica el acto creativo llevado a cabo por el sujeto que lo acompaña en la oración, es decir, Dios mismo. Éste término pone de manifiesto que la expresión “la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma”, universalmente conocida dentro del mundo científico, carece de aplicación en la totalidad de los casos ya que Dios creó el universo “ex nihilo”, es decir, de la nada, o lo que es lo mismo, sin que previamente hubiera materia que transformar. Por eso se entiende que la tierra “es porque fue, no porque evolucionó” como defienden los seguidores de la perspectiva de la “evolución teísta”.
Es por tanto el poder de la Palabra creativa de Dios el que originó las especies animales así como al hombre mismo, dotando a cada uno de ellos con el acervo genético característico que diese lugar a la tremenda variabilidad que se puede observar en la naturaleza gracias a la recombinación entre miembros de la misma especie.
Por otro lado, es preciso reseñar que la palabra “creó” utiliza el singular como número en la oración, lo cual resulta de relevante interés de cara al análisis que viene a continuación.
1.3- “Elohim”: Término que, escrito en mayúscula hace referencia a la Divinidad. En la literatura hebrea, cuando se escribe en minúscula puede hacer referencia a dioses en relación a los ídolos o “teraphim” (como el término que se utiliza para describir a los ídolos de Labán).
Lo interesante en este caso es que el término “Elohim” tiene el sentido de plural. De esta manera, al analizar en conjunto el verbo que le precede (“creó” en singular) con el propio término que alude a Dios (“Elohim” en plural), se puede observar que en el acto de la creación intervienen distintas personas con un mismo acto o poder creativo. Es una manifestación clara de la Trinidad de Dios en sus tres Personas, las cuales estaban antes de que todas las cosas fueran hechas.
A modo de resumen de lo visto hasta ahora, el lector puede observar la riqueza que encierra éste primer versículo de la Biblia, el cual, no solo desmonta las diversas teorías humanistas acerca del origen del universo sino que también invalida los argumentos de algunas sectas, las cuales niegan la divinidad de Jesucristo, entre otras.
Bien, visto lo anterior, y habiendo dejado constancia de que fue Dios quien en su Trinidad (Dios el Padre, Dios el Hijo y Espíritu Santo de Dios) asume el rol de Creador, se procede a exponer qué es aquello que Él ha creado.
Tras la afirmación de “En el principio creó Dios…”, el relato bíblico continua con “…los cielos y la tierra”. Seguro que usted ha podido observar que en la expresión hay dos términos que difieren en número el uno del otro, esto es, por un lado “cielos” en plural y “tierra” en singular.
Esto implica que si bien la tierra es el lugar en el que vivimos, y ésta es básicamente una (recuerde que la Biblia no tiene como finalidad dar explicaciones científicas, ni hablar de cuestiones que no atañen de forma directa a la salvación del hombre. Por eso no es preciso que se mencione la posible composición de la tierra de otros planetas, por ejemplo), los cielos pueden ser comprendidos como más de uno.
En la comprensión bíblica del texto, y relacionado con otros pasajes en los que se habla de esto (2 Corintios 12:2), se entiende la existencia de hasta tres cielos. El primero de ellos es el cielo que el hombre puede observar a simple vista cuando levanta su mirada. Éste incluiría lo que científicamente se conoce como troposfera, estratosfera, mesosfera, termosfera y exosfera, o lo que es lo mismo, todo lugar por el que el hombre puede “volar” sin salir del planeta Tierra.
El segundo cielo comprende el espacio exterior, es decir, lo comprendido más allá de los límites del planeta. Por su parte, el tercer cielo es el lugar celestial donde van todos aquellos que por medio de la fe en Jesucristo son salvados.
De esta manera, y enlazado con el inicio del mismo versículo, se observa que Dios es proclamado como el creador de nuestro planeta, así como del cielo terrestre, del extra planetario y del cielo celestial. Visto lo anterior, el versículo segundo aporta una descripción del estado original de la tierra.
2- Y la tierra estaba desordenada y vacía…
A lo largo de los siglos, como todo creyente sabe, han proliferado multitud de herejías explicatorias en cuyo afán de dar explicación a lo inexplicable o a lo difícil de entender, en lugar de aportar claridad al asunto en cuestión, han sido piedra de tropiezo en la cual muchos creyentes inmaduros han tropezado.
Es el caso de la “Teoría de la Brecha o del intervalo re-creación”, originalmente impulsada por el teólogo escocés Thomas Chalmers (1780-1847). Esta perspectiva alude a la existencia de una primera creación de Dios, la cual correspondería con Génesis 1:1. Esta supuesta primera generación, sería la compuesta por los seres celestiales, incluido Satanás, y cuya rebelión causó que el mundo fuese devastado. Chalmers, decía que esto explicaría el estado de la tierra “desordenada y vacía” tal y como se expone en Génesis 1:2, lo cual daría lugar a un “nuevo comienzo” en el que el hombre pasa a ser el protagonista.
La realidad es que, aunque actualmente hay iglesias que la aceptan como válida, esta perspectiva es una falacia interpretativa ya que al hacerse un uso alegórico del texto se pierde el significado original. Por desgracia, esto dio a lugar a otras teorías y herejías de distinta índole, como la que expone a Lilit, un personaje originario de la mitología mesopotámica, y no a Eva, como la primera mujer de la creación. Obviamente, el texto bíblico no dice nada de Lilit, ni de sus hijos los súcubos, íncubos, ni de toda la parafernalia que ha dado lugar a una guerra espiritual más propia del arte hollywoodiense que de la realidad bíblica.
Lo cierto es que si el creyente hace un buen análisis exegético (siguiendo las reglas de interpretación de la hermenéutica bíblica), encontrará que de forma básica y resumida lo que se está exponiendo en el versículo 2 es el estado actual de la Tierra nada más ser creada.
Es sencillo observar que el versículo 2 comienza con una disyunción (por el uso del término “y”) que conecta lo que sigue con lo que precede a modo de adición. Esto implica que el planeta, como parte de lo creado por Dios (versículo 1), no era apto para la vida en ese preciso instante, con lo cual, y como puede verse en los versículos posteriores, se hace precisa la intervención del Espíritu de Dios a fin de ordenar todas las cosas y posibilitar así la vida de todos los seres vivientes que vendrían después.
3- Y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas…
Creados los cielos y la tierra, es momento de dar forma y orden a lo creado para una vez puesta cada cosa en su sitio, llenar el planeta de vida.
Así pues, se observa en el relato bíblico que de los siete días empleados en la creación, los cuatro primeros son empleados para crear y ordenar las cosas materiales, como por ejemplo la luz, la oscuridad (día 1), el cielo y el agua (día 2), el mar, la tierra y la vegetación (día 3) o el sol, la luna y las estrellas (día 4).
De los tres días restantes, dos son utilizados para llenar la tierra de vida, bien sea a través de los peces, las aves o los animales. El hombre, como especial corona de la creación, es el último ser creado, al cual se le asigna el rol de cuidador de todo lo creado a la vez que se le otorga el privilegio de tener comunión con el Creador.
Finalmente, en el séptimo día, Dios descansó y declaró que todo lo que había hecho era bueno en gran manera. Respecto a esto, es preciso aclarar que Dios no necesita descanso alguno, ya que el uso del término “descansó” es claramente un antropomorfismo que tiene otras implicaciones para el hombre y su vida cotidiana (laboral, espiritual, familiar), si bien no es objeto de estudio en este caso.
A modo de resumen de lo expuesto hasta aquí, no resulta demasiado complejo entender el proceso creativo del universo así como la llenura de la tierra. Sin embargo, muchas son las teorías que han tratado de cuestionar el relato bíblico, sobre todo en este caso, con respecto a la literalidad de los “días de la creación”.
Algunas de estas teorías se basan en los hallazgos de fósiles y rocas, los cuales son datados en millones de años atrás. Este tipo de afirmaciones, y siempre desde la humilde opinión del autor, carecen de la argumentación y evidencia empírica suficiente sobre todo dado ejemplos como el que se pasa a exponer.
Según el “Journal of Geophysical Research de 1968”, una muestra de material volcánico procedente de una erupción datada hace 200 años fue analizada con técnicas radiométricas de potasio-argón (40K/40Ar) dio como resultado una estimación de que el material volcánico tenía una antigüedad de 162960 millones de años. Como seguro podrá concluir usted mismo, este tipo de datos es demasiado especulativo como para ser tomado en serio en lo que respecta a la antigüedad de la Tierra, entre otras cosas.
Por otro lado, también se encuentra la “teoría del día pictórico o del día visual”, la cual defiende que el acto creativo de Dios fue revelado a Moisés en seis días y no llevada a cabo en seis días, es decir, asevera que Dios tardó en contar a Moisés 6 días lo que quizá tardó mucho más tiempo en crear. Esta cuestión contradice el punto de vista tradicional y lo que claramente expone los primeros dos capítulos de Génesis.
También encontramos la “teoría del día y época alternados”, en la que se defiende que si bien cada acto creativo de Dios tuvo lugar en un día de 24 horas, entre día y día existieron vastas épocas de tiempo que daría lugar a las distintas formaciones geológicas que se pueden observar así como otros fenómenos físicos.
Finalmente, y aunque hay más perspectivas al respecto, se expone la “teoría del día de una época de duración”, la cual defiende que cada uno de los días expuestos en el relato bíblico se correspondería con periodos temporales de mucha más extensión que solo 24 horas.
De todo lo expuesto con anterioridad, el lector debe conocer que, si bien las posturas son diversas, el análisis exegético del texto bíblico indica que Dios creó los cielos y la tierra en seis días para descansar en el séptimo. Considere que si en Dios hay poder para crear el universo de la nada, el tiempo no es limitación para Él, y si bien la mente finita del hombre tiene importantes limitaciones para comprender fenómenos sobrenaturales, ésta limitación no invalida el hecho de que Dios pueda realizar dichos fenómenos.
Espero que el estudio le haya sido de provecho y que con la ayuda del Señor su vida sea edificada en Cristo Jesús.
Que Dios le bendiga.