La Fe y las Obras
Sergio Belmonte

La Fe y las Obras

Sea bienvenido a este estudio cuya intención es arrojar luz a la controversia existente entre si la salvación es netamente por medio de la fe o a través de las obras.

                Como continuación del estudio anterior, al cual se le denominó “La Fe”, se extraen una serie de consideraciones a tener en cuenta con respecto de la fe bíblica, es decir, la fe que opera para la salvación de la persona.           

Confío en Dios

La primera consideración tiene que ver con la propia definición del término “FE”, la cual es definida, según la traducción de los vocablos que se utilizan en los idiomas originales, como “la seguridad, certeza o veracidad del mensaje escuchado en base a la confianza que uno deposita en la Persona que lo emite”.

                La segunda consideración a tener en cuenta es aquella que guarda relación con los atributos de fiabilidad, lealtad, inmutabilidad y confiabilidad de Dios. Esto quiere decir que la persona tiene fe porque confía en que Dios no cambia de opinión ni miente según la costumbre de los seres humanos.

                Finalmente, la persona que tiene fe considera que Dios tiene el poder para hacer y deshacer aquello que ha prometido hacer o deshacer.

                Todas estas cosas, es decir, “la confianza en que Dios tiene poder para hacer lo que ha dicho y que no cambiará de rumbo según las influencias del entorno” son la base de la fe bíblica, siempre basada en lo que se dice de Dios en las Sagradas Escrituras y nunca centrándose en experiencias subjetivas, emociones o arbitrariedades personales de cada uno.

                Una vez que se ha recordado las premisas principales que conciernen a la fe, es preciso que se haga lo mismo con respecto de “las obras”. Las obras hablan esencialmente de las acciones que las personas realizan a lo largo del tiempo como parte de su experiencia vital.

                Estas acciones o conductas tienen una valencia, es decir, pueden ser positivas o negativas desde el punto de vista moral de Dios, o pueden tener más o menos reconocimiento social. Serán de valencia positiva cuando nacen de un corazón humilde y obediente a los decretos de Dios, fruto del amor que Dios derramó en el corazón de quien las hace, o por el contrario serán negativas cuando los intereses del corazón de la persona que las realiza son contrarios al sentir de Dios.

                Por otro lado, las acciones de las personas pueden ser positivas y aceptadas socialmente cuando el conjunto de la sociedad las valore como buenas aunque la motivación interna de la persona no sea el hacer el bien a los demás. Un ejemplo de esto es la persona que ayuda al necesitado cuando los demás le están mirando mientras que niega su ayuda a personas similares cuando no se siente observado.

                Como se puede ver, la ayuda al necesitado es una conducta manifiesta socialmente aceptable pero la motivación intrínseca del corazón de la persona es perversa por naturaleza. El resultado de esta conducta será aprobación social delante de los hombres pero desaprobación y rechazo por parte de Dios, ya que la obra no fluyó por amor sino por interés.

                Finalmente, aclarar que cuando en las Escrituras se refiere a las obras de las personas, suele hacer mención al “estilo de vida” de cada uno y no a conductas puntuales, sean éstas acertadas o erradas. Así de esta manera, una persona que ama a Dios y vive obrando buenas obras, no puede ser tildado de impío porque una vez obrara con impiedad, de igual modo que una persona impía no puede considerarse justa porque una vez hizo un acto de bondad al prójimo. Ambas personas, son tildadas de justas o impías porque su estilo de vida, es decir, el conjunto de sus acciones, denotan que viven para hacer obras de justicia o de impiedad de forma continua y general.

                Bien, una vez establecidos los conceptos de fe y de obras según la Biblia, se procederá a exponer la principal controversia que motiva este estudio, la cual se formula en la siguiente pregunta: “¿La salvación es por fe o por obras?”

Salvación: ¿Fe u obras?

¿Se pueden separar u operan conjuntamente?

                A este respecto el apóstol Pablo afirma que:

“Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley” (Romanos 3:28)

Por el contrario, Jacobo, el autor del libro de Santiago opina que:

“Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe” (Santiago 2:24)

Aparentemente hay una contradicción entre ambos autores. Mientras que Pablo afirma que el creyente es justificado delante de Dios netamente por medio de la fe, Jacobo hace énfasis en las obras del creyente. Gracias al Señor que esta contradicción es puramente en apariencia, y que si bien puede generar alguna duda en la persona inconstante e inexperta en el estudio bíblico, lo cierto es que no hay contradicción entre ambos autores sino que ambos pensamientos siguen la línea de la enseñanza bíblica. Si quiere llegar a la conclusión certera sobre el asunto, usted deberá acompañarme hasta el final del estudio.

Para apoyarle a que saque su propia conclusión del asunto, los textos que se tratarán para solucionar esta controversia se encuentran desde Romanos 3:28 hasta 4:5, y Santiago 2:14-26.

Poniendo el foco de atención en “la vida por obras”, es preciso reconocer que todo cristiano medianamente maduro considera que las obras no son un instrumento que tenga validez para ganar la entrada al cielo.

Las personas que tratan de acumular obras de bien en su cuenta vital, buscan de alguna forma presentar la factura final de sus obras delante de Dios con la intención de “forzarle” a dar el pago de las obras realizadas con la recompensa de la salvación. El propio Pablo asegura que:

“Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda” (Romanos 4:4)

Es por esto que el apóstol, para hacer frente a las enseñanzas heréticas de su época y a la oposición que enfrentó, hace énfasis en la salvación del creyente por medio de la fe en Jesucristo.

Ejemplo de personas e instituciones religiosas que tienen este modelo de vida son “Los testigos de Jehová, el catolicismo, el judaísmo y el islam” entre otras tantas. Estas religiones hacen énfasis en que la persona debe vivir haciendo buenas obras, o lo que es lo mismo “portarse bien y ser buenos” en medio de la sociedad en la que están. Si bien es cierto que hacer el bien es lo ideal, recuerde que es la motivación interna del corazón la que determina si una conducta es agradable delante de Dios o no, mucho más allá de la deseabilidad social o los propios intereses personales.

A este respecto, decir que las obras humanas que buscan la justificación, incluso las que gozan de la aprobación social, son categorizadas por Dios como tenebrosas (Romanos 13:12 / Efesios 5:11), carnales (Efesios 5:19), malvadas (Juan 3:19 / 2 Timoteo 4:18 / Gálatas 1:21), diabólicas (Juan 8:41), impías (Judas 15) e inicuas (2 Pedro 2:8).

Por el contrario, poner el foco de atención en “la vida por la fe”, puede acarrear problemas no menos serios en lo que a la salvación de la persona se refiere. Véase el siguiente pasaje bíblico:

“Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?” (Santiago 2:14)

El elemento clave aquí está en la confesión de fe de forma verbal, la cual no se acompaña de una vida transformada. En este caso, tal y como el propio versículo afirma de forma implícita, la confesión de fe de la persona será vacía y no servirá de nada.

La causa principal que subyace a esta fe vacía es la aceptación netamente intelectual de las verdades bíblicas sin que haya evidencia del poder transformador del Evangelio en la vida de quien confiesa con su boca.

Esto se hace evidente en casos como los actos multitudinarios en los que se anima a los asistentes a realizar una confesión de fe, los bautismos sin arrepentimiento y conversión genuina, propias del “decisionismo”. Estas personas son animadas a tomar decisiones que en realidad no sienten suyas, sino que son motivadas por la pertenencia grupal, la aceptación de sus iguales, y otras causas igualmente equivocadas.

Esto es un error que puede resultar fatídico para la persona. Para ayudarle a comprender mejor este apartado, imagine que usted hizo su “confesión de fe” en una gran campaña evangelística donde se le animó a tomar la decisión de seguir a Cristo. En dicha campaña, se le instruyó que al arrepentirse y confesar su fe en Jesús usted sería salvo y hecho acepto en la familia de Dios. Desde ese momento, usted pasaría a formar parte de la familia de Dios como su hijo/a y ya nadie podría separarle del amor de Cristo. En su mente, nunca olvidará ese momento ni la enseñanza asociada.

El problema de esto, es que una confesión de fe sin una vida transformada no tiene poder salvífico sobre usted. De igual manera sucede con el bautismo; de forma que si usted se bautizó pero no hay evidencia de un nuevo nacimiento, es decir, una regeneración de su naturaleza espiritual, lo sucedido en las aguas no tendrá efecto en su eternidad. En cambio, usted puede creer lo contrario y por el mero hecho de haber realizado su confesión de fe y/o haberse bautizado, ese hito en si vida puede hacer que viva confiado en su falsa identidad como creyente sin que hayan buenas obras que atestigüen que su identidad en Cristo es verdadera.

Esto mismo hizo nuestro Señor Jesucristo cuando dijo:

“Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el padre está en mí, y yo en el Padre” (Juan 10:37-38)

“¿No creéis que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino por el Padre que mora en mí, Él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras” (Juan 14:10-11)

Sus palabras muestran que la vida de obras de Jesús era evidencia de su filiación con el Padre, es decir, Jesús demostró ser Hijo de Dios por su propia vida de obras de obediencia y servicio al Padre. Sucede lo mismo con el resto de personas, las cuales demuestran, sin necesidad de palabras, que son hijos de Dios mediante su obediencia y servicio, vistas a través de su vida de buenas obras.

Como usted habrá dado por sentado, la fe y las buenas obras van de la mano en la vida del creyente. No obstante, se hace preciso seguir profundizando sobre el asunto a fin de aclarar todo atisbo de duda que pudiera permanecer en su interior.

En relación a lo anteriormente expuesto, considere que la fe sin obras puede basarse en una aceptación intelectual de las verdades y fundamentos bíblicos. Esta aceptación de la veracidad de los conceptos expuestos tampoco tiene poder salvífico, tal y como puede verse en el versículo 19 de Santiago 2:

“Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan” (Santiago 2:19)

En este caso, se observa que Jacobo, el autor de la epístola de Santiago, afirma que la aceptación de la doctrina bíblica y el conocimiento de las Escrituras no es suficiente para la salvación. Él pone en paralelo el tipo de creencia de estas personas con el tipo de creencia de los demonios.

Es en este punto donde se debe entender que los demonios dominan la doctrina bíblica. Saben que Dios es uno, que a la vez es Trino, que Cristo es el Señor y Salvador de la humanidad, que murió, resucitó y fue ascendido en gloria; ellos vieron a Dios en su esplendor cuando dominaba el cosmos desde su trono de gloria. Todo esto lo saben, posiblemente mejor que usted y yo, pero considere la valencia de las obras de los demonios y seguro que afirmará que éstas no eran buenas.

La Biblia afirma que los demonios se rebelaron contra Dios y decidieron andar en sus propias concupiscencias en lugar de someterse a la autoridad de Aquel que todo lo domina en todo lugar.

Así pues, cuando ambas creencias (las de las personas y las de los demonios) se basan en una aceptación intelectual de la doctrina pero no les sigue una vida transformada de obediencia y buenas obras, son creencias vacías que no conducen a la salvación, tal y como la epístola defiende.

De esta forma, y dado el énfasis de Pablo en la salvación por fe y la denodada defensa de Jacobo en las obras juntamente con la fe, es preciso que considere que Pablo habla de una fe inicial para justificación mientras que Jacobo utiliza las obras como vindicación de una fe genuina para salvación. Véase el siguiente cuadro aclarativo:

AutorIdea que defiendeEjemplo prácticoReferencia Bíblica
PabloJustificación inicial por feAbraham fue justificado por lo que creyóRomanos 4:1-5
SantiagoEvidencia final por las obrasAbraham fue justificado (en este caso se refiere a vindicación) por las obras que hizoSantiago 2:21-22

Entienda que el trasfondo de ambos contextos es distinto. Así, mientras que Pablo habla a aquellos que dicen que las obras son requisito para ganar la salvación, Jacobo habla a aquellos que creen que por el mero hecho de confesar tener fe ya se puede confiar en ser salvo.

Si usted lo ha podido ver, seguro que se ha dado cuenta de que en realidad no hay controversia entre ambos pasajes sino que ambos van de la mano, poniendo énfasis en que la justificación de la persona delante de la Corte de Dios (juicio) es por medio de la fe en Jesucristo, a la vez que se reconoce que la vida de buenas obras son el medio de vindicación (lo que justifica públicamente ante los demás) de una fe genuina que opera para salvación.

Así pues, y después de lo expuesto, se entiende que la fe y las buenas obras operan juntamente para la salvación de los creyentes y todo ello es dado por Dios, para que ningún hombre se jacte delante de Él.

Es Dios el Padre quien planifica una estrategia para salvar a la humanidad, es Dios el Hijo el que ejecuta el plan de salvación muriendo por la humanidad, y es Dios el Espíritu Santo el que convence de esto al creyente. También es Dios el que prepara las buenas obras para que sus hijos anden en ellas, como modo de honrarle; como si de un pack completo se tratase, tal y como se presenta a continuación:

Vea que efectivamente, Dios ha preparado buenas obras para que sus hijos anden en ellas, tal y como las Sagradas Escrituras atestiguan:

ReferenciaTexto
Mateo 5:16Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos
Efesios 2:10Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas
Tito 2:14Quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras
Tito 3:8Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras.
Hebreos 10:24Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras
  1 Pedro 2:12Manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras

Finalmente, y para terminar de aclarar lo anteriormente expuesto, considere el lector los ejemplos que Jacobo pone acerca de personas que vindicaron su fe genuina mediante una vida de obras de obediencia y servicio a Dios. Éstos hablan de Abraham y Rahab, tal y como se expone en los versículos 21 y 25 del segundo capítulo de Santiago:

Como conclusión del presente estudio, simplemente resta considerar que de igual manera en la que no se puede separar de alguna forma el cuerpo humano de su espíritu, tampoco se puede separar al creyente de su vida de buenas obras ya que éstas forman parte de su nueva naturaleza adquirida por la gracia de Dios después de la adopción divina. Así pues, llevar al extremo la confianza en la “sola fe”, así como el esfuerzo humano en conseguir la “salvación por obras”, son cosas vacías que no producen fruto salvífico alguno.

En cambio, el creyente que acepta mediante la fe en Cristo vivir en la voluntad de Dios y hacer aquello que agrada a la Divinidad, verá prosperada su alma. Deseo en el Señor que este estudio haya servido precisamente para esto; para que usted vea prosperada su alma. Que el Señor le ayude en su caminar diario.

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