2.1. Constelación definitoria del concepto “regeneración”.
El término “regeneración” tal cual se entiende en el argot cristiano es el resultado de la comprensión de múltiples términos asociados, utilizados principalmente en el Nuevo Testamento. Fue el propio Señor Jesucristo el que utilizó el término “regeneración”, del griego “palingenesia” para hablar de la transformación que sus discípulos experimentarían una vez que finalizadas todas las cosas, el Hijo del Hombre se sentase en su trono de gloria (Mateo 19:28 -> “Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel”). En esta ocasión el Señor habla en el contexto posterior a la segunda venida de Cristo pero ya se pueden observar algunas pinceladas del significado del concepto de “regeneración”. También Pablo escribe a Tito utilizando el término “palingenesia”, relacionado en esta ocasión con el lavamiento de la vieja naturaleza del creyente y renovación de una nueva naturaleza en el Espíritu Santo (Tito 3:5 -> “Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”).
Pablo también utiliza el término griego “Kainé Ktisis” para hacer referencia a una “nueva creación” (2 Corintios 5:17 -> “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” / Gálatas 6:15 -> “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación”), o para hablar de un “nuevo hombre” mediante el uso del término griego “Kainós Ánthropos” (Efesios 4:24 -> “Y vestíos del nuevo hombre, creados según Dios en la justicia y santidad de la verdad”) o como se puede ver cuando se dirige a los efesios y colosenses utilizando la expresión “Suzoopoieo” en el contexto de la “vivificación” de la persona (Efesios 2:5 -> “Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo” / Colosenses 2:13 -> “Y vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con Él, perdonándoos todos vuestros pecados”).
También los apóstoles Pedro y Juan hacen su aportación al respecto, Pedro cuando utiliza la palabra “renacer” (1 Pedro 1:3 -> “bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos…”) y Juan cuando utiliza el término griego “Anagennao” para referirse a la acción de concebir o engendrar de nuevo (Juan 1:13 -> “Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”).
2.2. Lo que no es la regeneración.
Visto el punto anterior, se entiende que la regeneración está ligada fuertemente a un nuevo nacimiento, una nueva criatura que ha dejado atrás la anterior, una vivificación que deja a un lado lo que antes estaba muerto. Obviamente, la regeneración guarda una estrecha relación con la vida pasada en pecado del incrédulo y de cómo ésta es destruida gracias a la salvación que la fe en Cristo provee por medio de la justificación.
Esta es la causa que la regeneración no tiene lugar sin que se produzca la justificación, a la vez que ésta última no puede producirse si no ha habido fe en la obra salvífica de Jesucristo y arrepentimiento para perdón de los pecados. De esta manera, se entiende que la regeneración no es algo que la persona añade a lo que ya es, como si de una ampliación del curriculum vitae se tratase, ni es una especie de mochila cargada de reglas y normas que la persona se pone a la espalda con la finalidad de formar parte de una comunidad como puede ser una iglesia con la que se siente más o menos identificado.
Regeneración tampoco tiene que ver con la adición de conocimiento adicional por parte de la persona, ni consiste en un esfuerzo humano en superarse moralmente. Tampoco tiene que ver con la inmersión en agua, o lo que es lo mismo, el bautismo. Regeneración es algo que sucede tras la justificación en la naturaleza de la persona, un nacer de algo que estaba muerto, no conforme al término creacionista “ex nihilo”, es decir, de la nada, sino conforme a la masa corrupta que conforma el ser humano, la cual es destruida y formada de nuevo para la gloria de Dios.
2.3. La regeneración como una obra de Dios.
Como más adelante se verá en los siguientes apartados, y como pudo verse en el anterior, la regeneración no es algo que consista en la voluntad humana, es algo que viene de Dios. Así como la justificación para salvación es obra de Dios sobre el pecador arrepentido, la regeneración proviene de Él mismo (1 Juan 5:1 -> “Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama al que ha sido engendrado por Él” / Juan 1:12-13 -> “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”).
La regeneración se produce a través de dos agentes transformadores, el primero de ellos es la propia Palabra de Dios (1 Pedro 1:23 -> “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre” / Romanos 10:17 -> “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios”) y por ende la predicación del Evangelio de Jesucristo (1 Corintios 4:15 -> “Porque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del Evangelio”). El otro agente es el propio Espíritu Santo (Juan 3:5-6 -> “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que es nacido de carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”), que cambia la naturaleza caída del hombre en una naturaleza viva.
El propósito que se desprende de lo dicho en este apartado es la voluntad que nace de Dios de hacer al hombre arrepentido coparticipe de su naturaleza divina en lo tocante a lo moral y espiritual (2 Pedro 1:4 -> “Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”), así como adoptar hijos en la familia de Dios mediante Jesucristo, esto es, creados en Cristo Jesús (Efesios 2:10 -> “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas” / 1 Juan 5:11 -> “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo”) y para que sean conformes a Cristo Jesús(Romanos 8:29 -> “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos” / Efesios 4:13 -> “Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo), dando así los frutos que Él dio y que agradan al Padre (Gálatas 5:22 -> “Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza”).
2.4. La regeneración como un segundo nacimiento
El texto más clarificador al respecto de este apartado es el que puede encontrarse en Juan 3:1-7. Este hace referencia a una conversación tenida lugar entre el Señor Jesús y uno de los maestros de Israel, Nicodemo, el cual le visita de noche. En la conversación mantenida Jesús hace énfasis en la necesidad que tiene la persona de nacer de nuevo para ver el Reino de Dios, lo cual plantea serias dudas en el fariseo. Este cree que Jesús se está refiriendo a un nacimiento en los mismos términos en los que nace un ser humano, es decir, del vientre de su madre, lo cual rompe los esquemas del judío. “¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?”.
Vista la inquietud del fariseo, Jesús procede a declarar que el nuevo nacimiento al que hace referencia no es otro sino un nacimiento obra del Espíritu de Dios, el cual da vida nueva al creyente. Es como una especie de “despertar” del espíritu de la persona, el cual estaba muerto como consecuencia del pecado heredado por Adán y Eva y por ende destituido de la gloria de Dios.
Para ilustrar este punto, el lector puede poner su imaginación en una batería de un ordenador bastante viejo. La batería sólo puede estar muerta totalmente o viva, aunque pueda estar más o menos cargada, pero viva al fin y al cabo. Cuando la batería está muerta y se enchufa el ordenador a la corriente eléctrica, ésta entra a través de ella y el circuito cerrado que mantiene y hace que se energice el ordenador, es decir, que funcione; pero tan pronto se desconecta el ordenador de la corriente eléctrica, éste vuelve a apagarse. El motivo es que la batería está muerta y no es capaz de energizar nada sin el aporte externo de una fuente de energía alternativa.
En cambio, una batería viva sí es capaz de mantener encendido el ordenador el tiempo necesario y si la batería se agota, basta con recargarla para que pueda volver a funcionar de forma autónoma, es decir, sin aporte energético externo.
Así, de la misma manera, un creyente puede estar más o menos cargado espiritualmente hablando, pero basta con acercarse a Dios para estar recargado por completo porque el espíritu que Dios ha puesto en él está vivo. En cambio, una persona que no ha gozado de la regeneración es como si su batería estuviera muerta, no es capaz de absolutamente nada pues no hay espíritu vivo dentro de ella.
2.5. El fruto de la regeneración: Una nueva criatura.
De todo lo visto con anterioridad, se concluye que la regeneración es el nacimiento de una nueva criatura (2 corintios 5:17 -> “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”). Esto se traduce de forma práctica en un cambio radical de la naturaleza, carácter, deseos y motivos de la persona transformada que ahora pasa a aborrecer el pecado que antes amaba.
Esta transformación, como ya se ha reiterado con anterioridad, no es fruto del esfuerzo humano que trata de alcanzar valores morales más elevados sino que es una obra de Dios en el interior del creyente, el cual obra transformando cada aspecto de la vida de la persona.
Con la regeneración, la persona ha experimentado cambios dentro de sí misma sin apenas haberse dado cuenta. Ahora conoce de primera mano el amor que Dios siente por ella mediante la obra redentora de Cristo Jesús y tiene el anhelo, no solo de relacionarse con su Creador, sino de buscar vivir una vida que le honre y agrade.
Para ilustrar esto de lo que se ha hablado, imagínese el lector en un ambiente bucólico en el que hay una casa en mitad del campo habitada por un matrimonio de ancianos que se dedican a la agricultura y criado de gallinas. Éstos tienen un problema porque se han percatado de que el cercado de la finca tiene un orificio por el cual algún animalillo indeseado puede colarse. Esa misma mañana se percatan de que faltan dos gallinas en su corral y que hay un rastro de plumas caídas en el suelo de forma inusual. Esa misma mañana deciden poner un lazo a modo de trampa en el orificio del cercado para atrapar a la criatura que ha causado el estropicio.
A la mañana siguiente se encuentran que un zorro ha caído en la lazada y satisfechos por su captura le llevan a una jaula donde le encierran. Durante varias semanas, de día y de noche, el matrimonio de ancianos habla con dulzura al zorro y tratando de reconvenirle en su comportamiento.
Pasado el tiempo, cuando creen que el zorro ha cambiado su forma de ser, abren la jaula y liberan al zorro, el cual corre frenético hacia las gallinas y vuelve a atacarlas. Al ver su fracaso, los ancianos se preguntan frustrados qué es lo que han hecho mal.
La cuestión aquí es que no ha habido un cambio en la naturaleza del zorro, éste sigue siendo un zorro y por ende en su naturaleza está el alimentarse de gallinas. No importa cuantas semanas se hable con el zorro de forma amable, ni importa la estrategia que el hombre siga para reconvenir al animal, éste seguirá su instinto animal y se alimentará de a lo que es empujado por su propia naturaleza.
De la misma forma sucede en las iglesias de hoy día, en la cual existen gallinas y zorros, o como el Señor Jesús decía “ovejas y lobos”. Cuando una persona no ha nacido de nuevo y su naturaleza no ha sido regenerada, seguirá siendo impulsada a hacer lo que su vieja naturaleza le dicta tan pronto tenga ocasión de hacerlo.
De seguro que hay personas con mayor o menor capacidad de “soportar” las normas morales que la Biblia enseña delante de los demás pero en lo privado es donde cada uno sabe si seguir a Dios es algo que nace de uno mismo como consecuencia de la obra de Dios en él o si es el resultado de someterse y soportar algún tipo de reglas con el fin de creer subjetivamente que lo que uno hace es lo correcto.
El apóstol Pedro hizo alusión a esto mismo cuando se refirió al proverbio 26:10 cuando dijo que “El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno”, dejando claro que no es el reprimirse a uno mismo la señal de la salvación del hombre sino la obra regeneradora de Dios hecha en Él, la cual le llevará al anhelo de una relación limpia y sincera.