Sea bienvenido a este estudio acerca de la salvación. La finalidad de este estudio es, siempre con la ayuda del Señor, tratar de aportar luz a las diversas posturas doctrinales referentes a la salvación o condenación de las personas, respondiendo a preguntas como “¿La salvación se puede perder? ¿Dios escoge a unos para ser salvados y otros para ser condenados? ¿Cómo saber si uno es elegido por Dios para salvación o condenación?”, entre otras.
Con el fin de dar respuesta a las preguntas anteriormente mencionadas, se procederá a la presentación de las principales doctrinas dominantes al respecto, comenzando por el calvinismo, para proseguir con la postura opuesta del arminianismo y continuar haciendo un análisis exhaustivo de los textos más controversiales hasta terminar con la postura conciliadora de las Asambleas de Dios. Todo esto se expone con claridad en el siguiente cuadro:
Orden | Descripción de la enseñanza |
1 | Exposición de la postura calvinista |
2 | Exposición de la postura arminiana |
3 | El peligro de llevar ambas posturas a los extremos |
4 | Análisis de Hebreos 6:1-8 |
5 | Análisis de Efesios 1:4-5 enlazado con Romanos 8:29-30 |
6 | Análisis de 1 Juan 3:6-9 |
7 | Exposición de la postura conciliadora de las Asambleas de Dios |
Antes de comenzar con el desarrollo de los apartados expuestos, se hace preciso señalar que ninguna de las posturas constituye los pilares de la fe cristiana en lo tocante a la salvación; es decir, las personas no se salvan por ser calvinistas o arminianas. Las personas se salvan por la fe en la obra redentora de Jesucristo y por la sangre derramada por cada uno de los pecadores arrepentidos que le han entregado su corazón.
Es por esto que se llama a un uso razonable y coherente de la doctrina que abraza cada creyente, la cual no debe ser motivo para la división sino un ejercicio de amor y misericordia para aquellos que piensan de forma distinta. El Señor le dé de ambos en abundancia.
1. Exposición de la postura calvinista
La postura calvinista fue abrazada por gran parte de los creyentes que constituyeron el movimiento reformador de la iglesia protestante. Su creador, Juan Calvino, escribió el libro que llevaba por nombre “Institución de la Religión Cristiana” en 1536 donde se exponían los pilares de su doctrina, pilares que muchos creyentes protestantes llegaron a considerar como propios de la fe que profesaban.
Calvino, y por ende los seguidores de su movimiento, consideraba que sobre todas las cosas Dios era soberano, lo cual incluye su derecho a decidir sobre las personas que se han de salvar y las que han de ser condenadas. Esta creencia aporta a los creyentes la seguridad de la salvación eterna, los cuales han creído en la predestinación de las personas desde el paradigma de la elección soberana de Dios para los fines de la eternidad humana.
Así pues, el calvinismo expone y desarrolla su doctrina en base a la defensa de los siguientes supuestos:
– Depravación total de la humanidad: Como consecuencia de la caída del hombre, que se registra en Génesis 3 con el pecado de Adán y Eva, se considera que la humanidad es totalmente depravada y como consecuencia de esto se ve incapacitada para responder a la oferta de salvación que Dios ofrece.
– Elección incondicional: Este punto considera que antes de la fundación del mundo, y por ende de la creación humana, Dios en su soberanía ya escogió a ciertas personas para ser salvadas como parte de su derecho a elegir, anulando el derecho a elección por parte del hombre de aceptar o rechazar la oferta ofrecida por Dios.
– Redención limitada: Considerando que como consecuencia de los puntos anteriores, Cristo murió sólo por algunas personas, en particular, aquellas que habían sido escogidas y preseleccionadas para salvación.
– Gracia irresistible: Lo cual implica que las personas que reciben la gracia de haber sido elegidos para salvación no pueden resistir la gracia y por ende son incapaces de rechazar la salvación que Dios ofrece.
– Perseverancia de los santos: Finalmente se abraza la creencia de que los escogidos, es decir, los santos que conforman el pueblo elegido de Dios para la salvación, perseverarán en los caminos de la fe cualesquiera sean sus circunstancias vitales, gozando así de forma inevitable de la salvación que Dios les otorga por gracia.
De lo expuesto con anterioridad se entiende que una de las frases que definen al calvinismo es “una vez salvo, siempre salvo” o trasladado a nuestros días“una vez cristiano, siempre cristiano”.
Obviamente, hay muchas evidencias bíblicas que dejan constancia del tremendo amor de Dios por toda la humanidad, el cual envió a Cristo por sacrificio de todo aquel que en él cree, y depositando de la misma forma en el hombre la posibilidad de aceptar o rechazar el regalo de la salvación (Juan 3:14-18). También hay evidencias bíblicas acerca de la posibilidad de rechazar la fe genuina que una vez fue aceptada, lo cual da lugar a la apostasía (2 Tesalonicenses 2:3).
Aclarado lo anterior, a continuación exponen algunos de los textos bíblicos en lo que descansa la doctrina calvinista:
– Juan 3:36 -> “El que cree en el Hijo tiene vida eterna”
– Juan 10:28-29 -> “Y Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás; ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre”
– Romanos 8:29-30 -> “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo…y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó”.
– Romanos 8:39 -> “Ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús”.
– Efesios 1:11 -> “En Él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad”.
– 2 Timoteo 1:9 -> “Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos”.
– Efesios 1:4-5 -> “Según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad”.
Como sin duda el lector puede observar, hay una serie de palabras que han sido subrayadas; éstas son las que aportan el fundamento que sirve como base para la defensa de la postura calvinista. No obstante, se procede a continuar con el desarrollo del estudio a fin de aportar un poco de luz a este respecto.
2- Exposición de la postura arminiana
El arminianismo es una postura teológica que surge en la Holanda de los inicios del siglo XVII, auspiciada por los estudios de Jacob Arminio, su fundador, y de la publicación a título póstumo de la obra “Manifiesto de cinco puntos Remonstrans” en 1610. Éste movimiento surge como oposición a la doctrina calvinista, la cual se había expandido eficazmente a lo largo de diversos países centroeuropeos como consecuencia del movimiento protestante.
Al igual que Calvino, Jacob Arminio desarrolló su teología propia basada en la defensa de 5 puntos doctrinales que pueden encontrarse en las Sagrada Escrituras, los cuales son:
– Libre albedrío o habilidad humana: Este punto defiende que aunque la humanidad es depravada por causa de la caída en pecado originada en el Edén (Génesis 3), sigue disponiendo de la capacidad de tomar decisiones y elegir libremente. De esta manera, Dios concede gracia al hombre y ofrece la salvación a través de la obra redentora de Cristo, pero sigue siendo el hombre el que en última instancia decide aceptar o rechazar aquello que Dios predispuso de antemano para la salvación de la humanidad, la obra de su Hijo.
– Elección condicional: En cuanto al propósito de la elección Divina, se acepta que es Dios en su presciencia (conocimiento anticipado de los acontecimientos que están por venir) el que conociendo de antemano quienes aceptarán o rechazarán el ofrecimiento de la salvación a través de la obra de Jesús, declara elegidos o escogidos a aquellos que aceptan su gracia de manera voluntaria.
– Redención o expiación universal: Este apartado declara que el sacrificio expiatorio de Cristo fue hecho una vez y para siempre por toda la humanidad, de manera que se garantiza la oportunidad para que todo aquel que quiera ser salvo lo pueda ser mediante la fe en Jesús. Así pues su muerte y resurrección es suficiente para salvar a toda la humanidad pero solo es eficaz en aquellos que han creído por medio de la fe (esto incluye a los creyentes de todos los tiempos), lo cual destituye de la salvación a aquellos que rechazan la fe en la obra de Cristo.
– El Espíritu Santo puede ser resistido: Se acepta que es el Espíritu Santo quien “ilumina” el entendimiento y “trae convicción” de pecado pero siempre como consecuencia de una primera reacción del hombre, el cual acepta o resiste lo revelado. Así pues el hombre que no acepta lo revelado de Dios a través de la creación (Romanos 1:20) resiste a la revelación y no recibe más revelación, por ende seguirá resistiendo a lo revelado por Dios a través de su Espíritu Santo y como consecuencia quedará permanentemente destituido de la gloria de Dios. Así pues, el Espíritu Santo obra eficazmente trayendo a Cristo solamente a aquellos que no le resisten, mientras que los que haciendo uso de la gracia del libre albedrío rechazan la acción de Dios no gozarán de la salvación.
-Se puede caer de la gracia y perder la salvación: Desde esta perspectiva se asume que el cristiano arrepentido debe vivir a través de la fe y perseverar en ella para no caer de la gracia de la salvación que le es dada.
De la misma forma que se hizo en el caso de la exposición de la postura calvinista, se procede a exponer algunas de las referencias bíblicas que el arminianismo utiliza como base doctrinal:
– 1 Corintios 10:12 -> “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”.
– Mateo 24: 12-13 -> “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo”.
– 1 Timoteo 1:19 -> “Manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos”.
– Apocalipsis 3:16 –> “Por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”.
– Hebreos 6:4-6 -> “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena Palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio”.
Así pues, una vez expuestas ambas doctrinas, se hace preciso realizar una serie de consideraciones, las cuales se desarrollan en el siguiente apartado.
3- El peligro de llevar ambas posturas a los extremos
En primer lugar, se invita a que el lector medite por un momento en qué puede encontrar dentro del corazón de Dios. Sin lugar a dudas, algunas de las muchas cosas increíbles que puede encontrarse es un conocimiento superior sobre todas las cosas y todas las personas que conforman la humanidad así como un tremendo amor y bondad que le impulsan a hacer lo bueno a aquellos a quienes ha creado.
Teniendo esto en mente, y sabiendo que Dios conoce las inclinaciones, debilidades y fortalezas de cada uno de sus hijos, se puede observar que la postura calvinista provee de seguridad para aquellos creyentes que de alguna forma están indecisos acerca de su salvación. Por otra parte, la postura arminiana fomenta que los creyentes vivan dentro del temor del Señor. Como seguro habrá observado, tanto la seguridad de la salvación es necesaria para el creyente como lo es vivir dentro del temor del Señor (entiéndase el concepto “temor” desde el punto de vista bíblico que se refiere al guardar los mandamiento y preceptos de Dios). Sin embargo, llevar ambas posturas al extremo es harto peligroso para el creyente.
Como puede observarse en la imagen anterior, ambas posturas discurren a lo largo de un continuo en cuyos lados podemos situar a cada una de las doctrinas. Por un lado, cuando una persona recién convertida abraza el extremo del calvinismo y cree que por causa de la predestinación ha sido elegido para ser salvado y que pase lo que pase en su vida gozará de la gracia de la salvación puede restarle el valor a los efectos que el pecado tendrá sobre su vida.
Así pues, una persona que resta valor a las consecuencias que el pecado traerá a su vida puede experimentar lo que la Biblia denomina “cauterización de la conciencia”, siendo atraído pues a vivir de una forma inmoral, lo cual desembocará sin duda a la condenación eterna.
Por otro lado, abrazar el otro extremo y pensar que por cada pecado Dios destituye al creyente de la salvación puede generar inseguridades, culpas y estilos de vida inadecuados que tampoco son convenientes para el recién convertido, el cual habrá dejado de lado la gracia de Dios.
Lo adecuado en este caso es reconocer la soberanía de Dios y el libre albedrío humano al conjunto, sin separar ambas cuestiones pues ambas operan de forma conjunta y la una no invalida a la otra. Considérese que el hecho de que el hombre ejerza su derecho al libre albedrío no anula ni disminuye el hecho de que Dios es soberano, ni el hecho de que Dios ejerce su soberanía sobre la humanidad no anula ni disminuye la capacidad del hombre para tomar decisiones fruto de su libre albedrío.
Aclarado esto, y aunque lo tentador es acudir a la posición conciliadora de las Asambleas de Dios para conocer su opinión al respecto, se hace preciso hacer un análisis con anterioridad a diversos textos bíblicos a fin de aportar algo más de luz al presente estudio, de modo que si aún queda algún creyente que siga albergando dudas, con la ayuda del Espíritu Santo éstas puedan ser disipadas.
4- Análisis de Hebreos 6:1-8 (Se requiere previa lectura)
En este caso puede verse que el autor de Hebreos utiliza un lenguaje filosófico con la intención de demostrar al lector que el sacrificio de Cristo es único, genuino e irremplazable; no existiendo ningún otro tipo de sacrificio que sea cualitativamente distinto en eficacia al que Dios ya hizo por la humanidad a través de la obra de Cristo Jesús. Aún así se hace preciso que se eche un vistazo a cuatro participios que se observan en los versículos 4-6, los cuales traerán algo más de luz.
– 1er participio -> versículo 4 -> “los que una vez fueron iluminados” -> gr.fôtisthentas (de fôtidzô 5461); que una vez observada la voz pasiva que se utiliza debería ser entendido como “habiendo sido iluminados”, lo cual pone de manifiesto que el proceso de salvación se inicia en Dios que es el que trae la luz a los hombres, como puede verse en Juan 1:9.
– 2º participio -> versículo 4 -> “y gustaron del don celestial” -> gr.geusamenous (de geuomai 1089); el cual también debería ser considerado como “habiendo gustado del don celestial” lo cual hace referencia a la reacción del hombre a la luz dada por Dios. Así pues es Dios quien primero envía la luz y en segundo lugar es el hombre el que reacciona a la luz dada una vez que es consciente de dicha iluminación, descansando en el hombre la responsabilidad sobre qué hacer con la luz revelada.
–3er participio -> versículo 4 -> “fueron hechos” -> gr.genêthentas (de ginomai 1096) que al igual que en los casos anteriores debería ser entendido como “habiendo sido hechos”, lo cual pone de manifiesto el tercer paso en la salvación. En primer lugar es Dios quien ilumina, después es el hombre el que reacciona a la luz revelada para en tercer lugar recibir de Dios el don de ser hecho participe del Espíritu Santo debido a la reacción humana.
–4º participio -> versículo 5 -> “gustaron” -> gr.geusamenous (de geuomai 1089), el cual guarda relación con el 2º participio sólo que si aquel entablaba una relación entre la reacción del hombre y la luz revelada por Dios ahora se refiere a la reacción del hombre a la Palabra revelada de Dios. Esto hace un llamamiento a la responsabilidad que todo creyente tiene de estudiar las Sagradas Escrituras como la perfecta voluntad de Dios revelada a la humanidad.
Cuando se enlazan estos textos, especialmente los referentes a “porque es imposible” (v4) y “renovar otra vez” (v6), se puede observar que si ha habido una correcta reacción del hombre a la luz revelada de Dios así como a su responsabilidad de atender las Sagradas Escrituras inspiradas por el Espíritu Santo, ya no hay necesidad de ningún otro sacrificio que el Cristo ya hizo, no hay nada que pueda sustituir su obra.
De este modo, cualquier “conversión” en el que no haya tenido lugar este proceso anteriormente descrito, puede tildarse de ser no genuino, lo cual deja al margen las conversiones guiadas por las emociones que demuestran no ser verdaderas tal y como el fruto vital de la persona demuestra. Esto anterior es apoyado por enseñanzas del mismo Jesús cuando habló de la parábola del sembrador en el que puede verse a resumidas cuentas dos tipos de tierras, la productiva y la improductiva, o como más adelante puede observarse en el propio libro de Hebreos 6:7-8 donde se hace alusión a una tierra que bebiendo la lluvia de la bendición celestial produce frutos provechosos en contraposición con aquella otra tierra que aun habiendo bebido también de la lluvia de la bendición celestial no produjo el fruto esperado.
5- Análisis de Efesios 1:4-5 enlazado con Romanos 8:29-30 (Se requiere previa lectura)
Efesios 1:4-5, y tal y como el lector podrá comprobar, es uno de los textos usados como columna o baluarte de la defensa de la postura calvinista. Esto es así porque en él aparecen términos como “elección o predestinación” en algunas de sus diferentes formas verbales que parecen apoyar el pensamiento de que Dios ha escogido a ciertas personas para que éstas sean salvas.
No obstante, un vistazo aislado de este texto puede inducir a error, de modo que se procederá a visualizar los términos clave de este pasaje bíblico para más adelante analizar la conexión que tiene con otros textos del libro de Romanos, lo cual servirá para arrojar más luz en este sentido.
Sin lugar a dudas, la palabra clave del versículo 4 del primer capítulo de Efesios es “escogió”. Este término deriva de la palabra griega “exelexato” (de eklegomai 1586) que viene a significar “selección entre”. Es una palabra cuyo tiempo verbal en pasado indica al lector que la selección ya tuvo lugar, es decir, el elegido ya ha sido seleccionado, de modo que se puede observar el principio de elección Divina, o lo que es lo mismo, es Dios quien de su propia decisión elige a las personas.
El término “exelexato” se asocia al sustantivo “eklektos” 1588, que viene a referirse a alguien que es “elegido” o por implicación “amado”. Éste término es bastante común en el Nuevo Testamento, encontrándose en textos como Mateo 24:22 y 31, Lucas 18:7, Romanos 9:11, 2 Timoteo 2:10 y Santiago 2:5 mediante expresiones como “por causa de los escogidos”, “justicia a sus escogidos”, “el propósito de Dios conforme a la elección”, “lo soportó por amor de los escogidos” o “¿No ha elegido Dios a pobres…”.
En cuanto al análisis del concepto de “elección Divina”, es preciso echar un vistazo al texto bíblico que se encuentra en Romanos 9:12-13:
“Se le dijo: El mayor servirá al menor. Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí”
En este pasaje puede observarse que el apóstol Pablo deriva al lector a textos como Génesis 25:23, Malaquías 1:2-3 o el propio libro de Abdías en su conjunto. Una vez más, el estudio de estos textos aislados puede inducir al lector a error ya que aparentemente da la sensación de que Dios ama, escoge o elige en detrimento de otros a quienes aborrece, desecha o descarta.
Ciertamente esto entra en conflicto frontal con el espíritu central de las Sagradas Escrituras, las cuales son inclusivas y muestran el deseo de salvación por parte de Dios para la humanidad caída a través de la fe en la obra de su Hijo Jesucristo.
En el texto al que se refiere Pablo, el cual se acaba de exponer, el apóstol hace alusión a un atributo de Dios del que más adelante se seguirá hablando, que no es otro que la “presciencia” de Dios o el “conocimiento anticipado” que Dios tiene de los acontecimientos que tendrán lugar en el devenir de los tiempos. Es así que aún desde el vientre de Rebeca, sin que los bebés hubieran tenido tiempo de hacer bien o mal, Dios tenía el conocimiento anticipado de las elecciones vitales de cada uno, ya no como individuos en particular sino como las naciones que saldrían de sus lomos (recuérdese que de Jacob salió la nación de Israel y de Esaú la de Edom, ambas emparentadas). Es de esta manera que Dios conocía el camino de la nación israelita así como el de la edomita, por tanto amó a aquellos que mostraron amarle y desechó a aquellos que de antemano le habían desechado primeramente.
Aclarado el concepto de “elección Divina”, se hace preciso regresar al versículo 5 del primer capítulo de Efesios donde se encuentra el siguiente término controversial al respecto. Este no es otro que “predestinado”, el cual deriva de la palabra griega “proorisas” y que a su vez es derivada del término “prooridzo”4309, el cual puede descomponerse en la preposición “pro”, traducida como “antes” y el verbo “joridzo” que es traducido como “determinar”. Es de esta manera que ambos términos unidos vienen a significar “predestinó” o “determinado de antemano”.
Como se ha comentado con anterioridad, el uso de los versículos 4 y 5 de este primer capítulo de Efesios, tomados de forma aislada, pueden dar la impresión de que Dios elige a unos y descarta a otros, lo cual, una vez más, choca de frente con el propósito salvífico de Dios para la humanidad a través de la fe en Cristo Jesús, tal cual puede observarse en pasajes como Juan 3:14-17, 1 Juan 2:22, 2 Pedro 3:9, entre otros.
No obstante, y a fin de disipar cualquier neblina que impida al lector tener una mejor conciencia de esto que se expone, se hace preciso que se enlace el concepto de “predestinación” con otros textos en los que se usa el mismo término. De esta manera, se procede a echar un vistazo global del libro de Romanos a fin de llegar a conclusiones plausibles al respecto de qué quiere decir el apóstol Pablo cuando habla de la predestinación.
El libro de Romanos, aun no siendo un libro de teología sistemática per se, sirve para que el lector contemporáneo realice el más fascinante viaje de su vida desde el estado de separación de Dios hasta el de adopción en la familia Divina.
Es por tanto que Pablo comienza en el capítulo 1 encerrando bajo condenación a todo lector gentil a la vez que en el capítulo 2 hace lo propio con los lectores judíos. Es así que llegado al capítulo 3:23 se llega a la convicción de que “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”, la humanidad en su conjunto, y sin excepciones, está bajo condenación y en consecuencia tiene la necesidad de un Salvador.
Así pues llegado a este punto, el apóstol comienza a hacer una exposición de la obra salvífica de Cristo, la cual está disponible para toda la humanidad desde antes de la fundación del mundo. Sin embargo, no se encuentra el uso del término “elección” hasta casi el final del capítulo 8. Esto es así por la natural progresión que se observa en la estructura de la carta del apóstol Pablo a los Romanos y es que no será hasta que llegado a este punto el lector, ahora pecador arrepentido y por ende creyente recién convertido, no está en la posición adecuada para ser consciente de que Dios, en su anticipado conocimiento le ha hecho receptor de la gracia salvífica y por ende se puede considerar “elegido”. De esta forma, el lector del libro de Romanos que no acepta por medio de la fe lo revelado hasta aquí, permanecerá anclado, bien por su falta de fe o bien por su falta de preocupación por las consecuencias eternas que el pecado traerá para su vida, en el versículo 23 del tercer capítulo y siendo así que su estado final será el de condenación.
Este principio de acción en el que se manifiesta la soberanía de Dios a la par de su presciencia junto con la responsabilidad del hombre de reaccionar frente a lo divinamente revelado se puede ver en otros pasajes bíblicos. Es el caso de lo expuesto por el apóstol Pedro en Hechos 4:28 cuando habla de la predestinación respecto de Cristo.
Aquí se observa la soberanía de Dios al enviar a su Hijo para la reconciliación de toda la humanidad mientras que es el hombre el que reacciona a lo revelado desde lo alto. En este caso Pedro indica que fueron los judíos los que de su propia voluntad decidieron crucificar al autor de la vida, constatando así la actuación de ambos principios anteriormente citados.
Todo esto puede verse claramente a través del análisis de Romanos 8:28-30, otro de los pasajes controversiales respecto de la predestinación de las personas para ser salvas.
Un análisis correcto de la expresión “a los que antes conoció” (versículo 29), término que proviene del griego “proginosko” y que hace alusión a “saber de antemano, prever, planificar o reconocimiento previo”, muestra la idea de que Dios ya tenía un conocimiento anticipado de aquellos que iban a aceptarle, los cuales pueden considerarse predestinados para cumplir el propósito de ser hechos conforme a la imagen de Cristo Jesús. Esto es así cuando se considera el versículo 28 en el que se puede observar la expresión “Y sabemos que a los que aman a Dios…”, es decir, son aquellos que aman a Dios como fruto de su propia voluntad humana los que serán considerados predestinados a ser como Jesús, y de estas cosas Dios ya tenía conocimiento previo.
Finalmente, en el versículo 30 puede verse una concatenación de acontecimientos que indican una progresión en la revelación de Dios para la humanidad, la cual actúa por medio de la fe. Así pues “conoció-predestinó-llamó-justificó-glorificó” no son sino términos teológicos que explican todo el proceso que tienen lugar en la vida del creyente.
De esta manera, y como ya se ha expuesto con anterioridad, Dios “conoció” en su presciencia a aquellos que iban a elegir libremente amarle. A éstos que decidieron amar a Dios y lo revelado por Él se les puede considerar “predestinados” porque correspondieron de forma positiva al “llamamiento” que Dios hacía a toda la humanidad, de forma que por medio de la fe fueron “justificados” y hechos partícipes de la “santificación o glorificación” presente y futura. Esto es lo que Boice llama “una cadena dorada de cinco eslabones”. El resto de la humanidad, que voluntariamente decidió rechazar o ignorar el plan de salvación de Dios para su vida sigue anclado en Romanos 3:23 y vive bajo la ira presente de Dios (Romanos 1:17:21) que no es otra cosa sino el fruto de no aceptar lo revelado y por ende la cosecha de vivir alejado del deseo bondadoso de Dios para con el hombre. Es por esta causa que el apóstol Pablo ruega a Dios que conceda sabiduría y revelación de su conocimiento (Efesios 1:17).
El punto crítico hasta aquí consiste en conocer que de la misma forma en que ninguna persona puede salvarse a si mismo por sus propios méritos puesto que Dios, antes de la fundación del mundo ya preparó el plan para la salvación de toda la humanidad, tampoco Dios condena a nadie ya que gracias al don de la libre elección es el hombre perdido el que de su sola cuenta ha decidido rechazar voluntariamente cuantas ayudas para la salvación Dios le ofreció, siendo la condenación el fruto del rechazo voluntario de Dios (Tito 3:10-11).
6- Análisis de 1 Juan 3:6-9 (Se requiere previa lectura)
Si bien es cierto que el análisis de los textos anteriores debería de haber aportado la suficiente luz al lector como para tener un conocimiento doctrinal más acertado acerca de la salvación del hombre, es necesario que se haga un análisis de cómo ha de ser la vida del creyente en relación al pecado para terminar de despejar cualquier tipo de duda que pudiera quedar al respecto.
Es por esto que uno de los textos estrella a analizar en cuanto al estilo de vida del creyente es la primera carta del apóstol Juan. En ella, y esencialmente en los textos arriba indicados, el apóstol examina la cuestión de si una persona que se declara a sí mismo como creyente, es decir, nacida de Dios, puede cometer pecados.
Doctrinalmente se acepta que cuando la persona se ha arrepentido de sus pecados, éstos han sido borrados de la conciencia de Dios y la vieja vida del pecador arrepentido queda limpiada delante de Él por la sangre preciosa de Cristo Jesús. Ahora bien, se hace preciso reconocer que si bien el nuevo creyente ya no es esclavo del pecado, así como también se reconoce que el pecado ya no ostenta señorío sobre el nacido de Dios (desarrollado en los capítulos 6 y 7 del libro de Romanos), hay que considerar que el cuerpo del creyente no ha sido glorificado en su totalidad y por ende la naturaleza pecaminosa del mismo no ha sido exterminada en su conjunto. Esto provee de la ocasión puntual para pecar por parte del creyente, el cual seguirá siendo atraído por el poder del pecado que mora dentro de él, si bien ahora dispone del poder del Espíritu Santo para resistirlo.
Por desgracia, las doctrinas que enfatizan la gracia, la seguridad de la salvación y la erradicación perfecta de la naturaleza caída en el hombre pueden inducir a error en el creyente cuando se llevan al extremo. Así pues surgen las siguientes posturas doctrinales que se pasan a comentar someramente:
– Calvinismo: Postura analizada extensamente con anterioridad y que, basándose en la soberanía de Dios, se considera que por prerrogativa a elegir, unos son elegidos para salvación y otros para perdición. Así pues, una vez que el creyente se sabe “elegido” tiene la creencia de que pase lo que pase a lo largo de su ciclo vital la condenación no le va a alcanzar, lo cual puede llevarle a una falta de sensibilización con respecto al pecado y a sus efectos sobre su vida.
– Antinomianos: (Anti = Contra / Nomos = Ley) Es una postura doctrinal que enfatiza la gracia de Dios a través del pacto en la sangre de Cristo Jesús. Argumentan que la gracia de Dios fue dada a la humanidad sin condiciones. De esta manera, el creyente no está obligado a sujetarse a las leyes morales que Dios expresa en las Sagradas Escrituras pues consideran que el creyente ya no está bajo la Ley sino bajo la Gracia. Así pues, la conciencia del creyente antinomiano es estimulada a vivir en la fe en la obra de Jesucristo sin que las consecuencias del pecado en su vida tengan la relevancia real que la Biblia suscita.
– Perfeccionistas: Son aquellos que creen que la naturaleza humana de pecado ha sido erradicada por completo en el creyente arrepentido mediante la aceptación de la obra redentora de Cristo en su vida. Así pues, al considerar extinta la naturaleza de pecado dentro de uno mismo, el perfeccionista considera que no puede pecar de ninguna manera y que su forma de vida no puede desagradar a Dios de forma alguna.
Sin embargo, ya expuesto lo anterior, el apóstol Juan rechaza de pleno estas posturas al igual que Pablo desvincula estas formas de pensamiento con las sanas doctrinas expuestas en textos como Romanos 6:1 y 15 entre otros.
Resulta interesante, tras analizar la expresión “abogado tenemos para con el Padre” de 1 Juan 2:1, ver como el propio apóstol, el cual era uno de los más cercanos al Señor Jesucristo durante su ministerio terrenal, se incluye en el grupo de aquellos creyentes que todavía pueden pecar, los cuales tienen el consuelo de que Cristo aboga por ellos.
De esta manera, Juan se opone de pleno a aquellas posturas que creen que el simple hecho de adherirse a la fe cristiana es suficiente para agradar a Dios y ganarse su favor eterno aun cuando la manera de vivir del autodenominado creyente resulte ser impura. Juan, en el versículo 7 dice que “el que hace justicia es justo”, participio que debería ser mejor entendido como “el que habitualmente hace justicia es justo”. De la misma manera, en el versículo siguiente dice que “el que practica el pecado es del diablo”, expresión que debería ser entendida como “el que habitualmente practica el pecado es del diablo”.
El punto aquí es que Juan no está refiriéndose a que la comisión de un pecado puntual condena al pecador (postura extrema del arminianismo) así como al hecho de que una buena obra puntual declara justo a quien la hace, sino que el apóstol se está refiriendo a un hábito o estilo de vida, coincidiendo con las enseñanzas de Pablo en Romanos 8:1 cuando expresa que “los que no andan conforme a la carne” usando el verbo griego “peripateo” como referencia a un estilo de vida constante y no a obras puntuales, sean éstas buenas o malas.
Así pues, y para concluir este apartado, se llega a la conclusión de que el creyente verdadero no puede vivir en un estado constante de carnalidad o inmoralidad, ni puede pecar de una forma maliciosa, intencionada y consciente como se observa que lo hizo Caín, que por odio a la bondad de su hermano Abel lo terminó matando (1 Juan 3:12), aceptando así que el creyente debe desarrollar, a través de su interacción con el Espíritu Santo, una mayor concienciación y sensibilización hacia el pecado a lo largo de su vida, alejándole de la inmoralidad y participando de la santificación progresiva como parte de su crecimiento espiritual.
7- Exposición de la postura conciliadora de las Asambleas de Dios
Llegado al final del presente estudio, resta presentar la postura oficial de las Asambleas de Dios, la cual se entiende como conciliadora entre ambas doctrinas contrapuestas y que busca alejar al creyente de los extremos de las mismas. Así pues, tras analizar minuciosamente ambas posturas doctrinales a la luz de las Sagradas Escrituras, las Asambleas de Dios consideran que:
– La salvación está disponible para toda persona: Asumiendo la existencia de textos en los que de forma explícita se expone que el plan de salvación de Dios para la humanidad encierra el conjunto de la misma sin que haya excepciones al respecto. Esto se observa mediante el uso de expresiones como “todo aquel” en textos como Juan 3:15 y 16, Romanos 10:11 y 13, por ejemplo en el que se hace referencia a que toda aquella persona que cree en el Hijo enviado de Dios tendrá derecho a la salvación mediante la fe. De igual manera expresiones como “ninguno perezca”, que se puede encontrar en 2 Pedro 3:9, aluden al mismo sentir de Dios, esto es, la salvación disponible para todos mediante la fe en Cristo Jesús.
– La salvación se recibe y se mantiene por la fe: Entendiendo que tal y como aseveran las Sagradas Escrituras, el hombre es salvo mediante la fe (Efesios 2:8-9), siendo la justicia de Dios revelada por fe y para fe (Romanos 1:17). También se la fe como uno de los pilares expuestos de las doctrinas paulinas, ya que gracias a la fe es la manera de vivir del creyente (Gálatas 2:20), siendo declarados justos o inocentes por medio de la fe (Filipenses 3:9), siendo la fe la herramienta que nos mantiene en la salvación como forma de agradar a Dios (Hebreos 11:6). Así pues, se entiende que la fe guarda al creyente de la separación de la comunión con Dios a la vez que le protege contra los efectos devastadores del pecado ocasional, obrando la fe en conjunto con el arrepentimiento como modo de vida del cristiano genuino.
– El pecado continuo dañará la fe del creyente: Habiendo dejado constancia en el punto anterior que la salvación del creyente se debe gracias a la fe en la obra expiatoria de Cristo Jesús y no en obras humanas, es necesario reconocer que mediante las Sagradas Escrituras se aceptan las promesas dadas de un abogado defensor al pecador arrepentido (1 Juan 1:8-9 y 1 Juan 2:1). No obstante, la vida de un cristiano nacido de nuevo no debe estar caracterizada por una presencia constante de pecado en su modo de vida (1 Juan 3:6), ni se debe abusar de la gracia dada de lo alto insistiendo en llevar una vida inmoral (Romanos 8:1). Así pues, la no observancia de estos preceptos puede llevar a la cauterización de la conciencia del pecador (1 Timoteo 4:2), la cual dejará de ser sensible a los efectos del pecado y en consecuencia estimulada a llevar una vida de pecado impropia de su nueva naturaleza cristiana, siendo el fruto de esta cauterización una incredulidad claramente visible por aquellos que desde fuera evalúan el estilo de vida del creyente no genuino (Hebreos 3:12).
– Un cristiano puede perder el derecho a ser salvo si rechaza a Cristo: Sabiendo que aun cuando Dios promete que ninguna cosa creada podrá separar al creyente del amor de Dios que es en Cristo Jesús (Romanos 8:35-39), es el creyente, el cual haciendo uso de su libre derecho a elegir, el que conscientemente puede tomar la decisión de rechazar la eficacia de la obra de Cristo en su propia vida. Así pues, los que una vez fueron cristianos, que “gustaron del don celestial” y “fueron hechos partícipes del Espíritu Santo” pueden recaer (Hebreos 6:4-6). El apóstol Pedro dice de aquellos que mejor les hubiera sido nunca haber experimentado la salvación que habiéndola experimentado volverse atrás (2 Pedro 2:20-22). De esta forma, y en relación al apartado anterior, se entiende que llevar una vida de pecado consciente y voluntario puede hacer que el creyente caiga de la gracia que le fue dada por Dios y una vez sucedido esto, ya no hay lugar a ningún otro sacrificio que sea cualitativamente distinto al que Cristo ya hizo por él en la cruz del Calvario (Hebreos 10:26).
Finalmente, y para concluir con el presente estudio, se presenta una tabla comparativa de las principales posturas doctrinales acerca de la salvación del creyente para que el lector pueda visualizarlas y le sirva para una mejor comprensión y entendimiento. También puede visitar la postura oficial de las Asambleas de Dios en la siguiente dirección web: https://ag.org/es-ES/Beliefs/Position-Papers/Assurance-Of-Salvation
Creencias respecto a la seguridad de la salvación | |||
Arminianismo | Calvinismo | Posición de las Asambleas de Dios | |
Basados en el punto de vista de | Jacob Arminio | Juan Calvino | Elementos bíblicos en ambas posiciones |
Hace énfasis en | El libre albedrío concedido a la humanidad así como en la responsabilidad personal del creyente | La soberanía de Dios así como su prerrogativa | La soberanía de Dios así como su prerrogativa, teniendo en consideración que la humanidad tiene libre albedrío así como responsabilidad personal |
Creencia | -Los creyentes pueden perder su salvación si dejan de creer. -Creencia extrema: el creyente puede perder la salvación cada vez que comete pecado | Aquellos a los que Dios ha elegido para ser salvos no pueden dejar de ser salvos ya que Dios imposibilitará que cada uno de sus elegidos se pierda | 1-La salvación está disponible para todos 2-La salvación se recibe y se mantiene por la fe 3-El pecado continuo dañará la fe del creyente 4-Un creyente puede perder el derecho a ser salvo si rechaza a Cristo |
Bien, llegados a este punto, solo desearle que en lo poco o en lo mucho, quiera Dios que le haya podido ayudar a obtener una mejor comprensión acerca de la salvación del creyente y sirva el esfuerzo cooperativo entre el hombre y su Creador para que usted pueda crecer espiritualmente. Le saludo en el Señor y mis mejores deseos para su vida. Dios sea glorificado en usted.